La uveitis está considerada como una enfermedad rara, causante de entre un 5-10% de la ceguera en el mundo. Actualmente, se conocen diferentes formas de la enfermedad. En el caso de la uveítis intermedia, el que se inflama principalmente es el cuerpo vítreo del ojo aunque los vasos de la retina también pueden estar inflamados.

En este terreno, investigadores de la Clínica Oftalmológica del Hospital Universitario (UKB) y de la Universidad de Bonn (Alemania) han probado la angiografía por tomografía de coherencia óptica como un nuevo método de monitorización de imágenes para identificar pacientes con riesgo de un futuro empeoramiento de la enfermedad.

"Actualmente, existen pocos parámetros objetivos con los que se puede detectar de forma fiable un empeoramiento de la uveitis intermedia. La mayoría de los criterios para evaluar la actividad de la enfermedad se basan en el examen clínico y son comparativamente subjetivos y no siempre confiables", según el Dr. Maximilian Wintergerst, de la Clínica Oftalmológica UKB.

De ahí que estos investigadores probaran nuevos métodos basados ​​en imágenes de alta resolución para determinar la actividad de la enfermedad y las complicaciones de la uveítis. "Los marcadores objetivos de la actividad inflamatoria no sólo podrían mejorar la monitorización en la práctica clínica diaria, sino que también proporcionarían criterios de valoración cuantitativos adicionales para futuros ensayos clínicos aleatorios", explicó el Dr. Wintergerst.

Aportación de imágenes tomográficas

Los resultados, publicados en ´Nature Scientific Reports´, indican que la angiografía por tomografía de coherencia óptica permite un examen no invasivo y sin contacto de la retina y de la coroides subyacente. La retina se escanea sucesivamente con una luz láser débil e inofensiva, lo que permite generar imágenes tomográficas de las capas individuales de la retina.

Los investigadores examinaron a un total de 52 participantes del estudio y pudieron demostrar que un aumento en la actividad de la enfermedad se asoció con una disminución en la densidad del flujo sanguíneo, mientras que, al contrario, un aumento en la densidad del flujo sanguíneo se vinculó a una disminución en la actividad de la enfermedad.

Además, los investigadores utilizaron un modelo estadístico que incluía más de 300 exámenes oculares para investigar el poder predictivo de la densidad actual del flujo sanguíneo para el curso futuro de la enfermedad. Esto demostró que una densidad reducida del flujo sanguíneo se asociaba significativamente con un deterioro futuro de la agudeza visual central.

"En el futuro, los datos obtenidos nos permitirán identificar en una fase más temprana a los pacientes con un alto riesgo de progresión de la enfermedad, por ejemplo para poder realizar un seguimiento especialmente estrecho", afirmó el prof. Dr. Robert Finger, coautor del estudio el estudio y director de la clínica oftalmológica de la Universidad de Medicina de Mannheim (UMM). "Podríamos utilizar este parámetro como criterio de valoración en futuros ensayos clínicos aleatorios para generar potencialmente mejores pruebas para el tratamiento de esta rara enfermedad".