Este seminario, patrocinado por Laboratorios Boiron contó con la participación de las Dras. María Gea Brugada, especialista en Cirugía General, Aparato Digestivo y Medicina de Trabajo, y Ana Isabel Bas Angulo, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, presidenta de SEMERGEN-La Rioja y miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de esta ...
Este seminario, patrocinado por Laboratorios Boiron contó con la participación de las Dras. María Gea Brugada, especialista en Cirugía General, Aparato Digestivo y Medicina de Trabajo, y Ana Isabel Bas Angulo, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, presidenta de SEMERGEN-La Rioja y miembro del Grupo de Trabajo de Digestivo de esta Sociedad Científica.
Según algunos de los datos expuestos, en el intestino reside el 80% del sistema inmunológico, y se sintetiza el 70-80% de la serotonina. Para mantenerlo en buen estado, la vía más rápida y eficaz son los probióticos, definidos por la Organización Mundial de la Salud, como "microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidad suficiente, confieren un efecto beneficioso sobre todo el organismo". Se distinguen de los prebióticos en que estos son sustancias no digeribles de los alimentos, utilizadas como sustrato por el huésped.
"Cuando el intestino está permeable deja pasar, a través de las células inflamadas, sustancias tóxicas, algunas de las cuales se dirigen al cerebro y pueden llegar a provocar, debido a la neuroinflamación causada, patologías neurodegenerativas. De ahí, la asociación que se ha establecido entre la microbiota y enfermedades como la del Parkinson y el Alzheimer", explicó la Dra. Gea.
Tal como expuso, a partir de ciertas edades, en torno a los 60-65 años, "se observa una disminución de las bifidobacterias y de lactobacillus y, por el contrario, se incrementan los clostridium. De ahí la importancia, a partir de esas edades, de reponer esa carencia con los probióticos, con el fin de equilibrar y modular la microbiota intestinal", según expuso.
Asimismo, diferenció entre varios tipos de microbiota intestinal según su papel, refiriéndose a la inmunomoduladora: enterococcus sp y E. Coli, que acompaña al sistema GALT; la proteolítica: escherichia, proteus, klebsiella y clostridium, activa el sistema inmunitario y favorece el metabolismo; la protectora: lactobacillus, bifidobacterias y bacteroide, hace de función barrera de la microbiota láctica; y muconutritiva: akkermansia muciniphila y faecalibacterium prausnitzii, contribuye a la integridad de la mucosa y ejercen de indicadores de la función barrera, y actúan como nutrientes de la propia microbiota.
Disfunciones del ecosistema intestinal
Cuando el ecosistema intestinal se desregula, da lugar a lo que se conoce como "disbiosis", un desequilibrio de la microbiota, que se manifiesta con estreñimiento, gases, hinchazón abdominal postprandial, supraumbilical o intraumbilical. Entre las causas, la Dra. Gea distinguió, "por una parte, digestivas, como una alimentación rica en gluten, azúcares y alimentos proinflamatorios y, por otra parte, el estrés crónico intenso". "Ello puede conducir a una inflamación crónica", subrayó.
Más allá de la disbiosis se encuentra la denominada "permeabilidad intestinal", caracterizada por una separación de los colonocitos, pudiendo derivar en una enfermedad autoinmune o, incluso, en cáncer. Tal como detalló la Dra. Gea, "entre los trastornos funcionales digestivos más frecuentes figura el estreñimiento, con una prevalencia del 15% y que afecta en mayor medida a mujeres que a hombres". Como reconoció, en este caso, la otra ponente, la Dra. Bas, "todos los días nos encontramos casos de este tipo, realmente son muy frecuentes". Algunos de los principales síntomas que manifiestan los afectados, tal como se mencionó, pasan por astenia física y mental, irritabilidad, migrañas, trastornos musculoesqueléticos, dermatitis y psoriasis, además de enfermedad periodontal.
Respecto a los criterios diagnósticos, se destacaron: esfuerzo defectario en más del 25% de las defecaciones; menos de tres deposiciones completas por semana, deposiciones duras o caprinas, sensación de evacuación incompleta en más de un 25% de ellas. Estos signos "deben haberse padecido durante seis meses o más previo al diagnóstico", tal como indicó.
"Tanto los antecedentes personales como familiares también cuentan en este tipo de trastornos intestinales", según la Dra. Bas que también se detuvo en las causas orgánicas, tales como endocrina, metabólica, cancerosa, neurológica, psiquiátrica, miogénica o, también, anorectal, así como una pobre ingesta de agua junto con la inactividad física. "Sin olvidarse de ciertos fármacos que pueden provocar estreñimiento", señaló esta especialista. En este sentido, como apuntó, "los pacientes polimedicados y con tratamientos con opioides son algunos de los que más sufren de estreñimiento".
Con respecto a las principales pruebas complementarias a realizar desde Atención Primaria, su representante hizo mención a la analítica, en caso de signos de alarma o sospecha de la causa y la colonoscopia, sobre todo, si hay antecedentes familiares de cáncer colorrectal. Otras posibles pruebas pasan, tal como indicó, por la manometría anorectal, el test de la expulsión del balón, la defecografía, y la determinación del tiempo del tránsito colónico.
En otro momento de su intervención, la Dra. Bas recordó algunas de las medidas no farmacológicas que pueden aliviar, citando la dieta rica en fibra soluble de manera gradual para una buena adaptación del tracto intestinal, la ingesta adecuada de líquidos y el ejercicio físico adaptado al paciente. En cuanto a recursos farmacológicos, "la mayoría giran en torno a una variedad de laxantes tales como los formadores de masa, los osmóticos, los emolientes y lubricantes, los estimulantes, los procinéticos y los secretores", indicó.
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