Generalmente, las evaluaciones de los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular aterosclerótica han sido enfocadas a la mediana edad. Sin embargo, los estudios emergentes en la población pediátrica describen dos problemas principales, según destacan desde la Universidad del Este de Finlandia. En primer lugar, la probabilidad de condiciones genéticas que resultan en niveles extremadamente altos de colesterol desde el nacimiento con riesgo de ataque al corazón y muerte súbita a los 20 años. En segundo lugar, la prevalencia de colesterol elevado en el 20% de los adolescentes sin alteraciones genéticas que podría llegar al 25% de los adultos jóvenes en 7 años. Esta segunda categoría constituye la mayoría de las personas que progresan hacia el desarrollo de la enfermedad cardiovascular aterosclerótica a mediados de la edad adulta.

En la población pediátrica, los ensayos clínicos y los estudios de intervención simulada han demostrado que la aterosclerosis relacionada con la dislipidemia es completamente reversible si la detección, la prevención y el tratamiento se inician de forma precoz. "Desafortunadamente, la adopción de un enfoque universal para prevenir la enfermedad cardiovascular aterosclerótica desde la infancia ha tenido una lentitud sin precedentes", según se considera desde dicha entidad.

Propagación similar a enfermedad infecciosa

Como se recuerda, el colesterol elevado y la dislipidemia, aunque es un factor de riesgo no transmisible, tiene un patrón de propagación similar a una enfermedad infecciosa, ya que podría afectar a un hogar, barrio y comunidad, por ejemplo, a través de una dieta y hábitos de vida deficientes.

"Para combatir la enfermedad más mortal del mundo podría ser necesario un arma de salud pública debido a la urgencia de esta amenaza para la existencia humana. Se están proponiendo recomendaciones para examinar a los niños antes de los dos años de edad, lo que detectaría la hipercolesterolemia familiar. Sin embargo, el desarrollo de niveles elevados de colesterol en la adolescencia sin predisposición genética tiene la misma prioridad, ya que solo 1 de cada 200 adolescentes con niveles elevados de colesterol podría haber recibido tratamiento", según el Dr. Andrew Agbaje, epidemiólogo clínico de la Universidad del Este de Finlandia.

"A partir de la cartilla de inmunización para enfermedades infecciosas, se podría adoptar un pasaporte adolescente a escala mundial con cronogramas específicos para la detección de colesterol. Antes de solicitar una primera licencia de conducir o realizar el examen final en la escuela secundaria, los adolescentes deben tener su primera evaluación de colesterol. Esto debe repetirse una vez cada diez años hasta los 40 años y documentarse en el pasaporte de colesterol. Recientemente se demostró que se pueden ganar 2,53 años de vida ajustados por calidad por persona si la detección y el tratamiento se inician temprano, especialmente en niños con hipercolesterolemia familiar", agregó el Dr. Agbaje.

"Es probable que una adopción universal del pasaporte de colesterol adolescente pueda reducir las disparidades de salud, ya que las personas con un nivel socioeconómico bajo sufren de manera desproporcionada la enfermedad cardiovascular aterosclerótica. Las generaciones futuras nos piden que reunamos el coraje para combatir la aterosclerosis relacionada con la dislipidemia estableciendo e implementando un examen de lípidos pediátrico universal", concluyó el Dr. Agbaje.