IM MÉDICO #66.2 ESPECIAL ITS

7 Por desgracia, las infecciones de transmisión sexual (ETS) se han puesto muy de moda en los últimos años. No es nueva la preocupación de los expertos por el incremento de estas patologías que se transmiten de una persona a otra a través del contacto sexual. Las señales de alarman vienen de lejos, pero los datos han dado un bofetón de realidad en forma de titulares. Si hubiese que resumir el escenario de las ITS en España un buen comienzo sería resaltar que los contagios no paran de crecer, mientras que cada vez la edad es más temprana entre los jóvenes que presentan una infección de este tipo. De acuerdo a los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican más de 450 millones de casos nuevos en todo el mundo. En España, las cifras más recientes que se manejan se publicaron a principios de este año, y son fruto de la investigación llevada a cabo desde la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) en coordinación con un equipo del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos (ISCIII), formado por las investigadoras Victoria Hernando, Lorena Simón, Teresa Villegas y Asunción Díaz. Primeramente, el informe hace un repaso por el concepto de enfermedad de transmisión sexual (ETS), y las define como “un conjunto de patologías de origen infeccioso en las que la principal vía de adquisición son las relaciones sexuales, aunque puedan tener otros modos de transmisión”. Están causadas por diferentes microorganismos, que pueden ser virus, bacterias, protozoos o ectoparásitos. Cabe reseñar que se conocen más de una veintena de infecciones de transmisión sexual, sin embago, algunas de las más conocidas son la sífilis, la clamidia, la gonorrea, el VIH/sida, el virus del papiloma humano (VPH), el virus del herpes genital, la tricomoniasis, la pediculosis púbica o la sarna, entre otros. Clamidia, ITS más prevalente en España Por lo tanto, el citado informe expone datos generales sobre estas infecciones y repasa específicamente la incidencia y evolución en España en 2022 de cinco de ellas: sífilis e infección gonocócica (gonorrea) entre 1995 y 2022, sífilis congénita desde el año 2000, e infección por Chlamydia trachomatis (clamidiasis) y linfogranuloma venéreo desde 2016. Los datos no pillan por sorpresa, pero no quita para que sean menos preocupantes. Y es que el documento confirma la tendencia creciente de la infección gonocócica y de la sífilis, observada a partir del inicio de la década de 2000. En concreto, el incremento continuado de incidencia por infección gonocócica desde el año 2001 se consolida: en 2022 se notificaron 23.333 casos de gonorrea, una cifra que duplica la del año anterior, con 14.862 casos. Con respecto a la sífilis, con 8.141 casos, España presentó en 2022 la tasa más elevada de esta enfermedad desde el 1995, año en que la infección fue sometida a vigilancia epidemiológica a nivel estatal. En cuanto a la clamidia, también se observa una tendencia creciente en el periodo analizado (2016-2022), con la tasa más elevada en 2022. Ese año hay registros de 26.518 nuevos casos, dato también superior al de 2021, cuando se notificaron 20.638. Esta es la causa más común de ETS tanto en hombres como en mujeres. Un factor que puede influir es que el 70% de las infecciones por chlamydia trachomatis en mujeres y un 50% en hombres son asintomáticas, lo que supone una complicación más a la hora de prevenir la trasmisión. En líneas generales, las investigadoras observan una mayor afectación en hombres que en mujeres para todas las infecciones de transmisión sexual. La mayoría de los casos se produjeron en adultos jóvenes, aunque se detectan algunas diferencias según enfermedad. Sin embargo, la diferencia por géneros es abismal: se notificaron 81,31 casos por cada 100.000 habitantes hombres frente a 19,59 casos por cada 100.000 habitantes mujeres. Es decir, nueve de cada diez casos registrados pertenecen a la población masculina. Además, la comparativa de las tasas de incidencia de infecciones de transmisión sexual por comunidad autónoma se ve limitada por las diferencias en los sistemas de vigilancia autonómicos. Aunque la incidencia de infección por comunidades autónomas

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