Fatiga, malestar, calambres musculares en las piernas o un dolor muscular temporal, pueden ser síntomas de estar sufriendo una enfermedad arterial periférica (EAP). A ellos se suman otros más como el entumecimiento y hormigueo o dolor en los muslos y los pies al caminar; reducción del vello de las piernas; ...
Fatiga, malestar, calambres musculares en las piernas o un dolor muscular temporal, pueden ser síntomas de estar sufriendo una enfermedad arterial periférica (EAP). A ellos se suman otros más como el entumecimiento y hormigueo o dolor en los muslos y los pies al caminar; reducción del vello de las piernas; piel más brillante y fina; llagas en los dedos de los pies o la parte inferior de las piernas que no sanan; y cambios en el color de la piel.
En casos graves, la EAP puede provocar isquemia crónica que amenaza las extremidades, una afección que se acompaña con llagas en los pies que no sanan o incluso gangrena de partes del pie o de los dedos de los pies, que puede provocar la amputación de la pierna si no se trata. en el momento oportuno.
La prevalencia de la enfermedad arterial periférica puede aumentar con la edad y frecuentemente está relacionada con otras afecciones, como diabetes, hipertensión y colesterol alto. Es por ello que desde la Sociedad Americana de Cirugía Vascular (SVS, por sus siglas en inglés) se hace hincapié en que el reconocimiento y el tratamiento tempranos de la EAP son extremadamente importantes.
Sin señales de advertencia
Aunque ciertos síntomas son comunes, un paciente puede no experimentar señales de advertencia mínimas o vagas. La mayoría de los pacientes con EAP temprana y leve a moderada suelen recibir mejor tratamiento inicial con ejercicio y modificación de los factores de riesgo, mientras que aquellos con la enfermedad avanzada deben evaluarse rápidamente y a menudo requieren un procedimiento para mejorar el flujo sanguíneo al pie para evitar la amputación. "Muchos cirujanos vasculares han tenido pacientes cuya capacidad para caminar ha sido seriamente comprometida porque ignoraron el dolor y simplemente dejaron de moverse; no se dieron cuenta de que consultar a un médico, particularmente, a un cirujano vascular, podría brindarles tantas opciones", señaló, al respecto, el presidente de la SVS, Dr. Joseph L. Mills.
El abordaje de la patología comienza con cambios en el estilo de vida, incluyendo una dieta saludable y medicamentos para reducir el colesterol y controlar la presión arterial. "Caminar y hacer ejercicio, junto con la modificación de los factores de riesgo (control del colesterol, la hipertensión y la diabetes) y el abandono del hábito de fumar son nuestras terapias de primera línea para las personas con EAP que no tienen isquemia crónica que amenaza las extremidades", indicó el Dr. Mills.
Los tratamientos farmacológicos también pueden ayudar, incluidos los que previenen los coágulos sanguíneos, que estrecharían aún más las arterias, y los que reducen el colesterol y, por lo tanto, retardan la acumulación de placa y la estabilizan, tal como se indica desde la SVS.