Las proteínas no tienen una sola forma, sino que actúan dinámicamente. A partir de ahí, investigadores del Departamento de Oncología-Patología del Instituto Karolinska(Suecia) han descubierto un nuevo objetivo farmacológico para el glioblastoma, un tumor que se origina a partir de las células de soporte del tejido cerebral. "Las proteínas son como ...
Las proteínas no tienen una sola forma, sino que actúan dinámicamente. A partir de ahí, investigadores del Departamento de Oncología-Patología del Instituto Karolinska(Suecia) han descubierto un nuevo objetivo farmacológico para el glioblastoma, un tumor que se origina a partir de las células de soporte del tejido cerebral.
"Las proteínas son como diminutas nanomáquinas que realizan todas las funciones celulares que nos mantienen vivos, pero una imagen fija de una máquina dinámica ofrece una imagen limitada de lo que hace cuando está funcionando", según explica la investigadora Laura Orellana, biofísica e investigadora del Departamento de Oncología-Patología del Instituto Karolinska.
El equipo de la Dra. Orellana está está investigando simulaciones por computadora que describen los movimientos de las proteínas. Las simulaciones se basan en "imágenes" existentes de diferentes proteínas, animadas utilizando las leyes de la física. Una de las proteínas que intenta simular es el oncogén EGFR (HER1) y en concreto en el glioblastoma. "Es como armar un gran rompecabezas. Pretendemos crear una imagen real de cómo se mueven las diferentes variantes de la proteína en su conjunto", afirma Laura Orellana.
Mutaciones y movimiento de proteínas
Así, a través de simulaciones, han revelado que en el glioblastoma, las mutaciones provocan el movimiento de gran parte de la zona extracelular de la proteína. Esto activa la parte intracelular de una manera específica de manera diferente, por ejemplo, al cáncer de pulmón, e impulsa el desarrollo del tumor cerebral.
Asimismo, las simulaciones por computadora han revelado una superficie de contacto expuesta donde se puede unir un anticuerpo. Los investigadores han confirmado lo que han visto en simulaciones por ordenador en experimentos con modelos celulares y animales. Un anticuerpo específico ha podido unirse a esta superficie de contacto particular y ha inhibido drásticamente el crecimiento del glioblastoma en estudios con células y animales.
"Necesitamos entender cómo se mueve y funciona esta maquinaria a nivel atómico. Los medicamentos no se unen a ninguna parte de las proteínas, sino que se unen solo en ´bolsillos especiales´ que pueden estar abierto a veces y otras, en cambio, cerrado, dependiendo del movimiento de la proteína", concluye Laura Orellana.