La pandemia ha puesto en evidencia que los artículos científicos revisados por expertos antes de ser publicados en revistas de acceso abierto y los datos científicos de libre acceso facilitan el desarrollo de la investigación científica, tal como defiende la UNESCO. La suscripción en una revista científica de pago puede costar hasta 40.000 euros en el año; para un investigador, publicar en una de estas revistas puede comportar entre 500 y 5.000 euros por artículo.

"A comienzos de la pandemia las revistas científicas publicaron en abierto los artículos relacionados con el SARS-CoV-2, cosa que ayudó tanto los profesionales de la salud como la comunidad científica a colaborar a escala mundial", indica Marta Aymerich, vicerrectora de Planificación Estratégica e Investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Aymerich explica que, más allá de la crisis de la pandemia, "el acceso abierto es positivo, porque la investigación es accesible para quien la quiera consultar, sea para saber más, para aplicar los resultados o para seguir construyendo conocimiento". "Además, gracias al acceso abierto, que se conozca un trabajo científico no depende de los intereses privados de una revista, sino del que suscite la investigación en sí. Por lo tanto, aumentan las posibilidades de colaboración", añade.

En plena celebración de la Semana Internacional del Acceso Abierto —del 25 al 31 de octubre, la UOC muestra su apuesta porque los investigadores compartan en abierto sus resultados científicos, entre otros conocimientos generados a la institución por varios colectivos, gracias al Plan de acción Conocimiento Abierto. Dentro de este plan, la Universidad ha aprobado este año una política de conocimiento abierto que favorece que estén disponibles en abierto no solo las publicaciones científicas y académicas, sino también las del estudiantado, la documentación institucional y los datos de investigación.

El objetivo es "reforzar y consolidar nuestra apuesta por el modelo open que se está extendiendo globalmente", apunta Pastora Martínez Samper, vicerrectora de Globalización y Cooperación, que participa en foros estatales e internacionales que impulsan la ciencia abierta. "Estamos transformando la UOC en un nodo abierto que proyecte el conocimiento y que, al mismo tiempo, pueda conectar con contribuciones externas y enriquecerse", incide

Los investigadores apuestan para compartir el conocimiento

La busca de soluciones científicas a la crisis de la COVID-19 ha actuado como un acelerador del debate sobre la necesidad de compartir el conocimiento. "Tenemos que apostar por plataformas públicas de publicación y revisión", señala Alexandre López Borrull, investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación y miembro del grupo de investigación en Aprendizajes, Medios de comunicación y Entretenimiento (GAME). López Borrull incide en la problemática que supone pagar no solo para leer contenidos científicos, sino también para publicarlos: "si desplazamos el pago en la publicación y no a la lectura, todo el mundo podrá leer, pero no todo el mundo podrá publicar".Otra vía es "poner en marcha mecanismos complementarios de evaluación de la productividad científica que apoyen a la política de la publicación en acceso abierto", indica el catedrático Albert Sangrà, investigador del grupo Edul@b, de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. "La comunidad científica valora las revistas abiertas muy situadas en los índices de impacto [un instrumento para comparar publicaciones de un mismo campo científico], a pesar de que muchas no están muy indexadas", añade Sangrà

Compartir datos científicos

Además de las publicaciones, el acceso abierto también supone compartir los datos de la investigación. Diego Redolar, investigador del grupo Cognitive Neurolab de los Estudios de Ciencias de la Salud, señala que en neurociencia, su campo de especialización, hay varias bases de datos en abierto y en línea que ofrecen diferentes tipos de información de interés. "No tenemos que tener miedo de publicar nuestros estudios, porque el tratamiento que se hace es muy esmerado y nos permite trabajar con una cantidad más grande de datos depurados"

En campos como el de la educación, según los investigadores, queda camino para recorrer para mejorar la calidad de las bases de datos. Juliana Raffaghelli, investigadora del grupo Edul@b de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación, señala que "las investigaciones en educación trabajan con datos recogidos en una clase, en entrevistas o en grupos focales, y la mayoría no se pueden reutilizar porque no tienen suficiente calidad".

A Raffaghelli sí que la preocupa el uso que se hace de determinadas datos abiertos, como los repositorios de imágenes en redes sociales, que se pueden acabar usando de manera éticamente cuestionable. "He aprendido a anonimizar mis datos y a trabajar con un acceso abierto que requiere identificación de usuarios y motivos de uso", concluye la investigadora.

Mesa redonda

La próxima semana, la Generalitat celebarà sus primeras Jornadas anuales de Gobierno abierto. El martes 26, a las 16 h, tendrá lugar una mesa redonda telemática –sin necesidad de inscripción previa– organizada con la UOC, sobre como el hecho de disponer de los datos en abierto de la Generalitat mejoró la comunicación del que estaba pasando en tiempo real durante la crisis de la COVID-19. Esta iniciativa facilitó la pedagogía sobre la evolución de la pandemia y favoreció la toma de decisiones, tanto públicas como por parte de la ciudadanía.

La actividad será moderada por Pastora Martínez Samper, con la participación por parte de la UOC de Alexandre López Borrull y Lidia Arroyo, investigadora del grupo Género y TIC: Investigando el Género a la Sociedad Red (GenTIC), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3).