En el momento en que esta cabecera publicó su anterior análisis sobre el mercado de medicamentos para el Aparato Respiratorio (R), la epidemia de Covid-19 aún no daba muestras plenas de todo aquello en que se iba a convertir, a pesar de haber causado ya el fallecimiento de 1.000 personas en el mundo, después de las primeras registradas en China (Wuhan). Asentada ya la pandemia en todo el orbe, y a lomos de una tercera ola que causa tanto desconcierto como la primera, cabe trazar algunos paralelismos entre la nueva enfermedad y las personas con alergias, sin que las algunas diferencias, sin embargo y de manera contundente, adquieran mayor peso.

Tiempo de mascarillas

En un tiempo en el que las mascarillas han tomado posesión de las caras de los ciudadanos, hay elementos a tener en cuenta en cuanto al problema de las alergias y la calidad de vida de las personas que las padecen. Las mascarillas autofiltrantes homologadas, por ejemplo, cubren totalmente la nariz y la boca para bloquear el acceso del polen a las vías respiratorias y disponen de una válvula para exhalar el aire respirado. Junto a otras ventajas como reducir el calor y la humedad en la zona, además de hacer menos necesaria la medicación de rescate. Efectos que pueden completarse e incrementarse, en el caso de las alergias respiratorias, con el uso de purificadores de aire, encargados de filtrar las pequeñas partículas del entorno del paciente.

En otro aspecto, se recomienda la ventilación de los domicilios para cerrar el paso al SARS-CoV-2, al diluir los aerosoles y evitar su transmisión en sitios cerrados, entendidos tales aerosoles como coloides de partículas sólidas y líquidas suspendidas en el aire, entre los que se puede incluir el nuevo coronavirus. Factor que también resulta importante para el paciente alérgico, aunque en su caso el objetivo es cerrar el paso al polen o evitar la presencia de polvo o moho en los interiores donde se habita. Ya que, como informó el Instituto de Salud Carlos III (ISCiii), en estudio compartido con la Universidad Politécnica de Madrid, parece haber conexión entre la alergia primaveral a las gramíneas y los casos de asma registrados en otoño, cuyos causantes son las esporas de los hongos.

No obstante, y aunque ventilar es una acción tan necesaria para el paciente de Covid-19 como para la persona alérgica, esta última debe tener en cuenta varias circunstancias. No debe permitir en sus espacios cotidianos ni el consumo de tabaco ni el uso de leña. Debe descartar el empleo de productos limpiadores con atomizador, las velas fragantes y los ambientadores. Asegurar también que la instalación de gas está diseñada para evacuar cualquier escape y usar aire acondicionado los días con altas tasas de polvo, moho o contaminación por ozono. Con atención a cambiar puntualmente el filtro de dicho aire acondicionado. Mientras que, en lo tocante a puertas y ventanas, la persona alérgica debe tener presente que las mayores concentraciones de polen se producen entre las 5 de la madrugada y las 10 de la mañana.

Por lo que fue también motivo de reflexión reciente el Barómetro sobre la Calidad del Aire Interior publicado por la compañía Daikin, según el cual, la contaminación del aire interior interviene en el 62% de las alergias, el 52% de los dolores de cabeza, el 27% de los problemas cutáneos y el 24% de los catarros.

Entre el Covid-19 y la alergia

Según recuerda el doctor Ángel Moral, alergólogo del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, las alergias y el Covid-19 difieren en su sintomatología. De forma que la alergia estacional, por ejemplo, produce picor en ojos, nariz y paladar, estornudos frecuentes, lagrimeo y mucosidad transparente. Mientras que no presenta, como ocurre en muchos casos de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, ni fiebre, ni dolor muscular, ni pérdida del gusto o el olfato ni, salvo complicaciones, dolor de cabeza. A la vez que la alergia al polen se traduce en malestar general, diarrea o dolores musculares para los pacientes.

En opinión del doctor Moral, responsable del grupo de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), la tos y la sensación de aire que falta, como síntomas susceptibles de aparecer en los dos tipos de patología, se distinguen, sin embargo, por la existencia de sibilancias en las personas con asma. Mientras que el dolor de cabeza, tan común a numerosos casos de Covid-19, únicamente aparece en reacciones alérgicas que se complican con sinusitis.

En otro aspecto, el taponamiento y la mucosidad nasal, que es transparente en la alergia, en Covid-19 se oscurece hacia tonos que delatan la infección vírica.

Por otro lado, ante la llegada de las vacunas para el Covid-19, la Federación de Asociaciones Científico Médicas (FACME) recomendó la no administración de la segunda dosis si tras la primera dosis se apreciaron reacciones alérgicas moderadas y graves. Pudiendo ser en el primer caso urticaria aguda generalizada, angioedema, broncospasmo o disnea aislada y de anafilaxia, en el segundo. Criterio que podría modificarse, no obstante, tras un preceptivo estudio en Alergología para cada persona.

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