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El alto coste en las residencias de mayores: la "tormenta perfecta" del Covid-19

El impacto de la pandemia en los centros sociosanitarios de España, con más de 26.000 residentes fallecidos por Covid-19 o síntomas similares, ha puesto de manifiesto la necesidad de crear estrategias de trabajo interdisciplinar basadas en las lecciones que deja esta crisis sanitaria.

19/02/2021

Más del 46% de las muertes notificadas oficialmente por el Ministerio de Sanidad de personas con coronavirus en España se ha producido entre mayores que vivían en residencias sociosanitarias, en las que se calculan más de 26.000 fallecimientos con Covid-19 o síntomas similares desde el inicio de la pandemia de ...

Más del 46% de las muertes notificadas oficialmente por el Ministerio de Sanidad de personas con coronavirus en España se ha producido entre mayores que vivían en residencias sociosanitarias, en las que se calculan más de 26.000 fallecimientos con Covid-19 o síntomas similares desde el inicio de la pandemia de coronavirus. Otro dato, aproximado, que permite ponderar el elevado impacto del Covid-19 en los centros sociosanitarios, en su mayoría geriátricos, de España es que entre el 6% y el 8% de sus residentes fallecían desde el inicio de esta epidemia que, en la actual tercera ola, tiene precisamente como prioridad inmunizar a través del proceso de vacunación a quienes viven y trabajan en estas residencias.

La vulnerabilidad de los residentes de los centros sociosanitarios se evidenciaba con toda su crudeza en las dos ondas epidémicas anteriores. En el informe que, sobre el impacto de Covid-19 en los centros sociosanitarios, realizaba la investigadora Pilar Gallego Berciano, responsable de la vigilancia de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria (IRAS) del Centro Nacional de Epidemiología, se explica que existe una creciente evidencia internacional de que las personas que viven en centros sociosanitarios son "particularmente vulnerables a las infecciones graves por SARS-CoV-2 y están experimentando altas tasas de mortalidad".

Extrema vulnerabilidad

Así, a factores de riesgo de gravedad como la edad avanzada y las comorbilidades que presentan los residentes se suma también el estrecho contacto que se mantiene con el personal que les atiende. Otros factores que contribuyen a la "extrema vulnerabilidad" de estos centros son, según este informe, los menores recursos diagnósticos con los que cuentan, la alta carga de trabajo, la falta de preparación del personal en cuanto a medidas de prevención y control de la infección, la movilidad de los trabajadores de una residencia a otra y el número de bajas en los trabajadores por enfermedad que ha ido ocasionando esta pandemia, "lo que implica una mayor carga de trabajo a los presentes con el consiguiente riesgo".

El informe, en el que se repasa el impacto que los brotes de Covid-19 han tenido en centros sociosanitarios de Europa y de otros países, refleja también que la proporción de fallecimientos de casos Covid-19 en estos equipamientos, residencias de personas mayores en su mayoría, ha sido superior al 50% en algunos países de la Unión Europea, "lo que subraya el grave impacto en esta población a menudo frágil". En muchas comunidades autónomas, en las primeras olas de la pandemia, los fallecidos en estos centros también superaron el 50% del total.

En este informe no se pasan por alto, en todo caso, las dificultades y los diferentes enfoques que han existido para la medición del impacto del Covid-19 en esta población y cómo las diferencias entre países en la implementación de sistemas de vigilancia o disponibilidad de pruebas y políticas nacionales, complican las comparaciones internacionales, "pero aun así es importante la información nacional de cada país para alertar a los responsables políticos sobre la magnitud del impacto de Covid-19 en los centros sociosanitarios con el fin de asignar los recursos necesarios (incluyendo pruebas, equipos de protección personal, personal sanitario) en la lucha contra esta pandemia".

Pérdida de residentes

En otro proyecto de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científi cas (CSIC), sobre el nivel de ocupación en residencias de personas mayores tras la primera ola de la pandemia, se calcula que entonces España tenía 384.251 plazas en residencias de personas mayores, con una media de 312.894 residentes en septiembre de 2020.

"Entre 2019 y 2020 ha habido aumento de plazas residenciales, pero ha descendido el nivel de ocupación que se sitúa en el 81,4%. Se han perdido 21.026 residentes, un 6,3%", se recoge en esta investigación, en la que se explica que la razón fundamental de este descenso es el elevado número de defunciones por la pandemia de Covid-19 en su primera ola, entre marzo y mayo de 2020, que continúa en menor escala en los meses siguientes. Una primera ola, añaden los autores de la investigación, que además "destapó un desconocimiento generalizado sobre la vida en las residencias y la escasa y dispersa información existente sobre esta población institucionalizada. Algo muy cercano a un descuido general, social, político y sanitario, que ha dañado innecesariamente la imagen y el buen hacer de la mayoría de estas instituciones y del personal que en ellas trabaja".

Las residencias de personas mayores, por esta vulnerabilidad ante la pandemia, han sido uno de los focos principales de esta crisis que sigue poniendo a prueba al sistema sanitario y sociosanitario. Según un informe sobre el impacto de la primera ola del coronavirus en los centros residenciales españoles de servicios sociales, elaborado por los grupos de trabajo Covid-19 dependientes de la Secretaría de Estado de Derechos Sociales del, faltarían datos "suficientemente robustos y homogéneos entre territorios", pero sí se puede calcular que entre el 47% y el 50% de los fallecimientos de esa primera onda se produjeron en residencias.

Lecciones aprendidas

Porcentajes muy similares a los de otros países como Irlanda del Norte (52%), Francia (49%) o Suecia (47%) e incluso por debajo de Bélgica (64%), Irlanda (63%) o Canadá (85%). Ese informe también calcula que, hasta el 23 de junio, en torno a un 6% de los residentes que había entonces en los centros sociosanitarios de España falleció a consecuencia de la enfermedad. "Un dato -se indica en el informe- que muestra una alta afectación respecto a otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), superando este caso a países como Escocia (5,5%), Reino Unido (5,2%), Bélgica (5%), Estados Unidos (4,2%) o (Francia (2,5%)".

El informe, por supuesto, también refleja lo "crucial" que resulta "aprender de lo sucedido y articular mejoras en la respuesta", enumerando en este sentido la treintena de factores que estuvieron presentes y que interactuaron en "lo que podríamos calificar como una tormenta perfecta", como la alta contagiosidad del SARS-CoV-2 o el desconocimiento inicial que se tenía sobre su comportamiento. El estudio de Derechos Sociales recuerda, además, que cuando se adoptaron oficialmente medidas restrictivas en las residencias -entre el 12 y el 18 de marzo dependiendo de territorios-, "el patógeno ya se había introducido en muchos centros y especialmente en los territorios en los que la incidencia de la infección era mayor". Entre las lecciones aprendidas en este sentido se citan, entre otras, la conveniencia de que las medidas de contención en las residencias se adopten en condonación con la situación epidemiológica del entorno en el que se encuentran: "En informes autonómicos sobre infección y letalidad en residencias, se apunta a que la incidencia del Covid-19 en el territorio en el que se ubica cada residencia es un factor muy relevante. Idealmente, la organización residencial debe reorganizarse antes de la aparición de brotes, de forma que se embolsen pequeñas unidades de residentes, preferentemente con atención del mismo personal".

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