El 50º Congreso de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) celebra este lunes su cuarta y última jornada, una que acoge la segunda sesión plenaria sobre covid-19. En este caso, enfocada al transplante y la donación renal durante estos complicados meses. Beatriz Domínguez Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) recuerda que España ha sido uno de los países más afectados por la epidemia de covid en número de casos, en fallecimientos con la enfermedad y en número de profesionales sanitarios afectados. "Vivimos una segunda ola que poco tiene que ver con la primera, pero que ya está ejerciendo cierta presión sobre el sistema sanitario".

Afortunadamente, agrega, nada que ver con la primera ola. "Durante la declaración del Estado de Alarma se produjo un auténtico colapso del sistema sanitario y se superaron todas las previsiones de cuidados intensivos, a pesar de que esa capacidad se aumentó un 300% durante la epidemia".

En este contexto, se entiende que el programa de donación y trasplantes en España sufriera un importante impacto. "La donación de fallecidos desciende en marzo, abril y mayo, pero posteriormente se recupera hasta unos niveles que se aproximan a los registrados en 2019.

La donación de vivos se detuvo en los meses más críticos para recuperar después un ritmo parecido al de 2019. Y la actividad de trasplante tiene una evolución especular a lo que hemos observado en la donación de personas fallecidas".

Analizando los nueve primeros meses de este año el descenso en donación es del 26%, en transplante del 22%, y en trasplante renal en particular del 25%. En este sentido, comenta Domínguez, "hemos realizado en total 645 transplantes renales menos. Pero insiste en que se mantienen unos niveles de actividad que se pueden considerar razonables, dado que todavía coexistimos con esta situación de pandemia".

A la hora de reconstruir el programa es importante determinar los factores que impactan en la actividad de donación y trasplante. Algunos muy evidentes, otros no tanto; algunos medibles y modificables y otros no modificables, al menos por el sistema. Así, sostiene que "teníamos que superar todos los obstáculos superables y todo ello parecía muy complicado, pero recordemos que la fuerza no viene de lo que podemos hacer sino de superar los obstáculos que una vez pensamos que eran insuperables".

Finalmente, han reconstruido el programa de donación y trasplantes sobre tres pilares. "En primer lugar, el desarrollo de unas recomendaciones, unos estándares específicos, para la evaluación y selección de donantes y receptores con respecto a la infección causada por el nuevo coronavirus".

Además, el criterio de donación lo han flexibilizado. "Si han transcurrido más de 14 días desde el inicio de los síntomas, existen más de 72 horas sin que ese potencial donante presente sintomatología, y el test para SARS-CoV2 resulta negativo, consideramos apropiado la valoración de la donación de órganos". Y en el resto de potenciales donantes, "si existe una alta sospecha de covid, no procederíamos a la donación, sin necesidad de cribado alguno o incluso aunque el cribado microbiológico fuese negativo".

El trasplante renal en el mundo covid

Pero, ¿qué ha pasado con los pacientes transplantados durante estos meses? Julio Pascual, director del Área Asistencial y Médica del Hospital del Mar de Barcelona, explica cómo se ha vivido desde su centro. "No sorprende la gravedad de la situación cuando en la cohorte de más de 1.300 pacientes hospitalizados en los primeros dos meses de pandemia observamos que la edad por encima de 75 años fue un grave factor de riesgo de mortalidad y que el factor clínico más relevante en toda la serie de infección por SARS-CoV2 en el centro barcelonés fue la insuficiencia renal crónica, triplicando el riesgo de mortalidad".

En ese sentido, explica que en un registro de 1.000 casos y 10.000 controles se observa un 20% de mortalidad en esa población de transplantes. "En otro récord de registro francés prácticamente la mitad de pacientes transplantados sufrieron gran severidad de la enfermedad de covid-19", apunta.

Asimismo, añade, "recogimos datos de varios centenares de pacientes transplantados que durante los meses de marzo y abril sufrieron esta enfermedad. Del 17 de marzo al 17 de abril, de 275 pacientes trasplantados, 24 desarrollaron la infección durante los 60 días siguientes al trasplante y de ellos lamentablemente fallecieron la mitad".

Y como era de esperar, el impacto en los programas de donación y transplante también fue muy importante. "Tuvimos dos meses pre covid excepcionales, el Hospital del Mar realizó 19 transplantes en enero y 21 en febrero. Seguidamente hicieron uno en los primeros días de marzo, y 5 de ese mes, ante la envergadura de la pandemia en el centro, se cerró totalmente el programa de transplantes y así ha permanecido dos meses".

El Registro de la SEN

Auxiliadora Mazuecos, vocal de la SEN y nefróloga del Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, aporta los datos relativos al Registro covid-19 de la sociedad, que incluye a los pacientes con tratamiento renal sustitutivo en el periodo de la infección por SARS-CoV2. "Se inicia en marzo y a finales de octubre hay más de 2.000 pacientes recogidos. De ellos, el 34,5% son pacientes transplantados renales, esto supone que a mitad de octubre están registrados 750", expone.

Para el análisis de los casos se consideran por lado los notificados hasta junio, mes en el que desaparecen las medidas de restricción y de la movilidad (585); y a partir de julio 165 pacientes de la segunda ola. En la primera etapa más del 90% ya están evolucionados hacia curación o fallecimiento. Mientras que en la segunda, como es lógico por la inmediatez, solo de un 66% (109 casos) se recoge su evolución.

A grandes rasgos, por tanto, la evolución de la pandemia en los transplantes renales ha seguido pautas en el tiempo similares a las de la población general con el inicio de una segunda ola de contagios a partir de julio. "Lo que sí se observan son algunas discrepancias en la distribución geográfica con respecto a la población general que seguramente surgieren problemas o retrasos en los registros de casos", detalla.

En comparación con la primera ola, la distribución por sexo es similar pero "claramente" los pacientes son significativamente más jóvenes. "Probablemente la mayor disponibilidad de test diagnósticos y las prácticas sistemáticas de rastreo se reflejen en un mayor conocimiento de los contactos de riesgo en los casos y en un porcentaje superior de pacientes diagnosticados asintomáticos". Si bien, insiste la especialista, "la mitad de los pacientes en esta segunda ola han seguido presentado neumonía, manteniéndose una alta mortalidad".

En cuanto al porcentaje de pacientes ingresados en UCIs en relación con el total de ingresados es superior a la primera ola, "quizá por la mayor accesibilidad que hemos tenido de momento a los cuidados intensivos dado que se ingresan pacientes más graves", señala.

En el tratamiento de la infección se observan cambios radicales como en la población general con abandono de los fármacos más usados en la primera ola y con un 30% de pacientes a los que no se les ha indicado ningún fármaco. Sobre la mortalidad detalla que sigue siendo muy alta

(20,5% si se excluyen los asintomáticos) "con tendencia a mantenerse los mismos factores de riesgo observados durante los primeros meses de la pandemia".

Para finalizar, Mazuecos subraya que "la mejor arma de momento es solo la prevención y hay que insistir en ella".