9 a algunos pacientes a tomar el mismo medicamento repetidamente. Este es un problema particularmente extendido en el caso de enfermedades infecciosas como la malaria. Todo esto subraya la necesidad de nuevas vacunas, desarrollo de fármacos y mejores estrategias para garantizar que los pacientes completen sus tratamientos. Además de las intervenciones tradicionales, las nuevas tecnologías ofrecen importantes oportunidades para reducir el impacto del clima en la salud. Por ejemplo, la tecnología de desalinización se plantea como prometedora para reducir la incidencia de la hipertensión relacionada con el clima, mientras que las soluciones de saneamiento con bajo consumo de agua podrían reducir las enfermedades entéricas asociadas al retraso del crecimiento. Finalmente, los servicios climáticos para la salud, como la recopilación y el uso del conocimiento climático para mejorar las soluciones sanitarias, podrían mejorar la efectividad de las respuestas médicas al cambio climático. Dichos servicios pueden aprovechar una variedad de lecturas climáticas (temperatura, precipitaciones, viento, etc.) y datos no meteorológicos (producción agrícola, tendencias sanitarias, cartografía de infraestructuras, etc.). Este enfoque permite realizar análisis robustos de riesgos y vulnerabilidad, al igual que desarrollar proyecciones y escenarios a largo plazo. Por ejemplo, los principales servicios climáticos podrían predecir brotes de enfermedades infecciosas con hasta dos meses de antelación. Al integrar estas predicciones con los servicios de salud, pueden mejorar significativamente las medidas preventivas y preparar los sistemas de salud para mitigar los impactos, lo que podría resultar en una reducción de hasta un 25% en la incidencia de dichas enfermedades. En el mismo apartado se constata también cómo el desarrollo de soluciones para abordar las necesidades médicas no satisfechas de enfermedades de alta prioridad ofrece una oportunidad única para reducir significativamente los impactos proyectados del cambio climático, tanto en la carga de enfermedad como en las pérdidas económicas para 2050. Al comienzo del texto hemos detallados las cifras más significativas, como los 14,5 millones de muertes evitables (un 45%, aproximadamente) y un coste acumulado de 12,5 billones de dólares para la economía mundial, situación que se puede revertir mediante inversiones en vacunas, medicamentos, dispositivos médicos, tecnología sanitaria y servicios climáticos. Se podrían llegar a salvar 6,5 millones de vidas, reducir las pérdidas económicas mundiales en 5,8 billones de dólares y acumular 1.000 millones menos de años de vida ajustados por discapacidad. Garantizar la sostenibilidad del sistema a largo plazo El retraso del crecimiento, una preocupación importante para la salud infantil, también es factible de ser mitigado en más del 45%, evitando 1,3 millones de defunciones y ahorrando más de 753.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Las intervenciones dirigidas a la malaria podrían reducir 180 millones de AVAD y prevenir más de 3,6 millones de muertes para 2050, a la vez que ahorran 450. 000 millones de dólares en pérdidas económicas. El dengue, otra enfermedad transmitida por vectores, podría reducir su impacto global en un 63%, previniendo 66.000 muertes y ahorrando 89.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Las enfermedades relacionadas con el calor, otra amenaza creciente debido al cambio climático, podrían disminuir su mortalidad en 50%, salvando más de 800.000 vidas y evitando 3,5 billones de dólares en pérdidas económicas. “Estas cifras resaltan la urgente necesidad de abordar los desafíos de salud sensibles al clima y la oportunidad de aliviar significativamente las cargas humanas y económicas mediante soluciones específicas. Una oportunidad de actuar que no solo consiste en salvar vidas, sino también en garantizar la sostenibilidad económica a largo plazo. Al reducir la carga de enfermedades y los costos asociados, los gobiernos y las empresas pueden asignar recursos de forma más eficiente, lo que se traduce en poblaciones más sanas y productivas”, recuerda el informe. No en vano, los beneficios a largo plazo de disminuir la carga de estas enfermedades van más allá de los ahorros inmediatos en atención médica, e incluyen el fomento de un mayor crecimiento económico y la reducción de la pobreza en las regiones más vulnerables a los impactos climáticos. “Abordar estas necesidades médicas insatisfechas con soluciones innovadoras para el clima y la salud es fundamental para construir sistemas de salud resilientes y apoyar el desarrollo sostenible en un mundo en constante cambio”, recalca el texto. En resumidas cuentas, ‘Healthcare in a Changing Climate: Investing in Resilient Solutions’insta a los gobiernos y la industria a unir fuerzas ahora para movilizar los sistemas globales de salud pública e impulsar la innovación en ciencias de la vida para anticiparse a la crisis que avanza. Esta inversión, aseguran los expertos, salvará vidas y evitará pérdidas económicas. “Se necesita un esfuerzo coordinado a nivel mundial para mitigar los impactos del cambio climático en la salud, similar al que permitió a la economía mundial superar la pandemia de COVID-19. La crisis climática se desarrollará más lentamente, pero será aún más mortal”. A este respecto, llega a la conclusión que el apoyo debe centrarse “en la construcción de un modelo económico viable para intervenciones sostenibles que se base en mecanismos de financiación multilaterales, con alianzas públicoprivadas globales para financiar la I+D necesaria y construir la infraestructura sanitaria necesaria para difundir el tratamiento y la atención, a la vez que se lleva a cabo una ambiciosa campaña de educación pública”. Una respuesta coordinada, sentencia el artículo, podría reducir significativamente las consecuencias negativas para la salud y la economía mediante una inversión estratégica y consistente. “Es posible evitar casi la mitad de los impactos en la salud y las pérdidas de productividad que se prevé que ocurran para 2050 en ocho áreas clave de enfermedades provocadas por el clima, junto con el 45 % de las muertes y el 23 % de los costos de atención médica. Esto podría lograrse con una inversión aproximada de 65.000 millones de dólares en prevención, diagnóstico y tratamiento innovadores durante los próximos cinco a ocho años. Solo se necesita la determinación de anticiparse al problema”.
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