61 nible y la actualización sistemática de las guías que marcan el rumbo de la práctica clínica urológica. Aclara que se reúnen cada dos meses de forma telemática y presencialmente un par de veces al año. Organizan el trabajo en grupos y cada uno se encarga de revisar un apartado específico. Nuevos retos Entre los temas que están siendo revisados y que marcarán la próxima actualización de las guías destacan el manejo de la sepsis urinaria, el tratamiento de infecciones urinarias de repetición o el uso creciente de estrategias como la inmunoprofilaxis o los tratamientos no antibióticos. Todo ello con la idea de frenar la escalada de resistencias bacterianas. El objetivo es “prevenir las resistencias bacterianas, que los antibióticos sólo se usen cuando estén indicados”. Remarca que, “cumpliendo con las recomendaciones de las guías clínicas, la correcta profilaxis antibiótica de antes de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos urológicos consigue usar menos antibióticos y, al mismo tiempo, reducir el número de infecciones, en comparación con su uso rutinario. No siempre poner un antibiótico para prevenir una infección supone menos infecciones de orina”. Apunta que hay veces que lo que conlleva es crear resistencias y que luego el paciente tenga infecciones de orina. Otro ejemplo práctico que menciona es que el tratamiento con antibióticos de la bacteriuria asintomática en las mujeres se asocia con más casos de infecciones de orina sintomáticas y más resistencias. En España, se siguen las recomendaciones europeas. Si bien, “hay muchas áreas de mejoría en la práctica clínica”. En este sentido, advierte de que aún hay margen de mejora. De hecho, las quinolonas, que se asocian a amplia resistencia tanto por las guías europeas como por la Unión Europea, no están recomendadas desde hace cinco años como tratamiento empírico ni profilaxis y son de los antibióticos más frecuentemente utilizados. El Hospital Universitario 12 de Octubre ha sido un centro pionero en la aplicación de medidas sencillas, pero efectivas, para reducir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria. “En 2012 empezamos revisando cómo manejábamos la profilaxis en la planta de urología. Sólo con medidas como lavado de manos, formación del personal e implicación de los familiares pasamos de una tasa de infecciones del 7 % al 3 %”, afirma. A su juicio, es un importante logro. “Cada vez tenemos mejores medios para diagnosticar y tratar las infecciones urinarias”, asegura. No sólo se refiere a avances clínicos. Cita el sentido común y el seguir las recomendaciones. Insiste en lo beneficioso de minimizar el antibiótico, en reconocer cuando hay que emplear uno u otro y, cuando se dispone de los resultados de los cultivos, desescalar dosis para poner antibióticos más específicos y no de amplio espectro. Subraya que “todo esto ayuda a que tengamos menos resistencias”. Desde 2023, forma parte del EAU Section of Infections in Urology. Comenta que este sección está íntimamente relacionada con el panel de expertos que elabora las guías de práctica clínica. Generalmente pertenece a una de las secciones de la EAU es “como un paso previo para pertenecer al de las guías”. Se focalizan en los avances que hay en el campo de las infecciones urinarias.“Organizamos cursos virtuales y presenciales y tenemos un papel importante en nuestro Congreso Europeo de Urología. Hay una sesión plenaria donde revisamos los diferentes temas y luego desarrollamos proyectos de investigación”, declara. En estos momentos, están desarrollando un proyecto para mejorar la profilaxis antibiótica en los pacientes que se intervienen de diferentes cirugías urológicas con especial interés en la prostatectomía radical. También las padecen los de hombres Medina Polo deja claro que“las infecciones urinarias también son cosa de hombres”, aunque la gente comúnmente tiende a pensar que es algo de mujeres. Por eso, han propuesto un cambio terminológico y conceptual en la clasificación de las infecciones de orina. Describe que, hasta ahora, se habla de infección complicada y no complicada. “Una infección no complicada es aquella que afecta exclusivamente a las mujeres que no tienen factores de riesgo, ni anatómicos ni funcionales, para que la infección tenga una evolución peor. No se tienen en cuenta los síntomas”, puntualiza. Su propuesta, que la han actualizado este año en EAU Guidelines, es que sí se tenga en cuenta la situación clínica del paciente. Es decir, que, si no hay fiebre y los síntomas son banales, se pueda considerar esta infección como no complicada. + “CON MEDIDAS COMO LAVADO DE MANOS, FORMACIÓN DEL PERSONAL E IMPLICACIÓN DE LOS FAMILIARES, PASAMOS DE UNA TASA DE INFECCIONES DEL 7 % AL 3 %”
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