IM MEDICO #65 ANUARIO 2023

65 en los sarcomas del estroma gastrointestinal y en algunos procesos hematológicos es un ejemplo cásico”, reflexionan. Si bien, “quizá, en 2024, el de pulmón es el paradigma de medicina de precisión en cáncer, por la disponibilidad de fármacos dirigidos y por el gran número de biomarcadores a estudiar en estos pacientes, muchos de ellos con frecuencias o incidencias inferiores al 5%, o incluso al 1%”. No obstante, dejan claro que, en cualquier tumor, puede existir la necesidad de identificar de biomarcadores para tomar decisiones de tratamiento. Gran potencial Un biomarcador es una característica medible, de forma objetiva, en el paciente o en la célula tumoral. Revelan que, en general, los biomarcadores recogen o estudian alteraciones a nivel del ADN (mutaciones o variantes del genoma), o a nivel de expresión de genes o proteínas. “Ello obliga a estudiar en profundidad a cada paciente, mediante técnicas de alto rendimiento, significando ese esfuerzo diagnóstico extraordinario para cada caso, con el fin de prescribir el mejor tratamiento”, apuntan. La disponibilidad de fármacos dirigidos, pensando incluso en la propia inmunoterapia, está viviendo un crecimiento exponencial. La mitad de las aprobaciones en los últimos años por las agencias reguladoras se basa, precisamente, en fármacos asociados a biomarcadores. En palabras de Ugidos, “el principal potencial de los biomarcadores es permitir seleccionar en un paciente concreto los mejores tratamientos para su neoplasia”. Remarca que deben combinarse con los datos clínicos, analíticos y farmacogenómicos del paciente para tener una visión más global. Advierte de que “es difícil calcular cuántos fármacos van a mejorar su eficacia utilizando biomarcadores, pero sin duda cada vez serán más”. Eidens completa que, aunque no son universalmente aplicables, “la integración de biomarcadores puede mejorar sustancialmente la eficacia y seguridad de los medicamentos”. Reconoce que la biología es compleja y multifactorial, “por lo que usar biomarcadores como un elemento con varios puntos de información no será una respuesta universal”. Aun así, “será beneficioso para la optimización desde varios ángulos”. Opina que la incorporación de un biomarcador podría mejorar la mitad de todos los medicamentos, aumentando su potencial transformador en la optimización de intervenciones terapéuticas. Muñoz Sánchez-Miguel señala que, si en un tipo de célula tumoral se expresa un biomarcador implicado en su disfunción de manera selectiva y única, actúa bloqueándolo y, por ende, impide su acción, resultando en una terapia selectiva. Los biomarcadores predicen la respuesta a un fármaco fundamentalmente porque la mayoría son dianas terapéuticas. Ugidos certifica que son proteínas donde actúa CLASIFICACIÓN DE LOS BIOMARCADORES Globalmente, los biomarcadores se clasifican, tal y como detalla César Gregorio Muñoz Sánchez-Miguel, en: 1. Diagnóstico: implican clasificaciones y diagnóstico de patología. 2. Pronóstico: según su detección, supone mejor o peor pronóstico dado las implicaciones que conlleva en el desarrollo de la patología o las resistencias a las terapias. 3. Predictores de respuesta: la presencia de dicho biomarcador supone una mayor sensibilidad para terapias dirigidas frente al mismo. En este último grupo en Oncología, la mayoría de biomarcadores predictores se refiere a nivel de mutaciones en el ADN (genes). Hay diferentes tipos: • Mutación: alteración en la secuencia de ADN en un lugar concreto. • Inserción: cuando se añade un segmento extra de ADN. • Amplificación: cuando hay una cantidad extra de ADN. • Deleción: cuando falta un segmento de ADN. • Translocación: cuando un segmento de ADN cambia de lugar.

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