IM MEDICO #65 ANUARIO 2023

43 España apuesta por la innovación: es desde hace ya varios años pionera en investigación. Y esta tendencia, dentro del sector de la industria farmacéutica, se ha consolidado en el último año, no solo mejorando sus cifras en investigación y desarrollo (I+D), sino también en lo referente a los puestos de trabajo que se han generado gracias a este crecimiento. El pasado mes de diciembre de 2023 se publicó el informe I+D en la industria farmacéutica 2022, un estudio que elabora Farmaindustria en base a una encuesta realizada entre los laboratorios asociados a esta entidad. Estos datos están elevados a la totalidad de la industria farmacéutica, haciendo referencia exclusivamente a las fases de investigación y desarrollo (I+D). Es decir, no incluyen la inversión en innovación, pero sí las inversiones o gastos tanto de capital (inversión en equipos y activos materiales e inmateriales) como los corrientes (gastos de personal, servicios de terceros, etcétera). Según esta encuesta, la evolución de la inversión en I+D en los últimos cinco años (entre 2018 y 2022) ha sido claramente ascendente. En el ejercicio 2022, la inversión en I+D de la industria farmacéutica en España alcanzó un nuevo máximo histórico, puesto que destinó 1.395 millones de euros a estas actividades, un 10,1% más que en 2021, cuando ya se había producido el mayor incremento de los últimos 15 años. Pero además, como señalábamos anteriormente, una de sus principales consecuencias es que ha tenido una influencia decisiva sobre el empleo directo en investigación y desarrollo de la industria farmacéutica, donde se ha registrado un crecimiento en 2022 de un 1,9 %. Este desarrollo sitúa en 5.498 las personas empleadas, la cifra más alta registrada por el sector en su historia. Respecto a estos puestos de trabajo, se ha registrado un aumento de la cualificación del personal investigador de la industria farmacéutica. En ese sentido, en 2022 se ha superado por primera vez el 90% de titulados universitarios. En concreto, el 90,5% de los 5.498 empleos en I+D de la industria farmacéutica corresponden a titulados universitarios (grado, máster o doctorado). Además, la cualificación de la plantilla investigadora también es cada vez mayor: cerca de 5.000 titulados universitarios desarrollan su labor en los departamentos de I+D de las compañías farmacéuticas que operan en España (+3% respecto a 2021). A nivel global, en los últimos diez años se ha registrado un aumento en casi nueve puntos su peso sobre el total de personal en investigación. Otro dato importante, en este sentido, es que el 67% de la plantilla profesional que trabaja en los departamentos de I+D son mujeres. Fases en la investigación En cuanto a las fases de las investigaciones que se realizan, según esta encuesta, la partida que más inversiones representa es la de los ensayos clínicos. En concreto, el 60% de los 1.395 millones de euros destinados a I+D biomédica en 2022 se dedicaron a ensayos clínicos (834 millones de euros). A la investigación básica se destinaron cerca de 175 millones de euros, un 11,3% más frente a 2021. Es la segunda partida con mayor dotación de recursos: un euro de cada ocho euros de la I+D se destinan a estas fases preliminares de la investigación. Le siguen los estudios relacionados con el desarrollo tecnológico, partida a la que se destinaron 114 millones de euros; seguido de Farmacoeconomía, epidemiología y estudios postautorización, con 105 millones; investigación galénica, con 78 millones; investigación preclínica, con 52 millones, y `otros´, con 39 millones. Siguiendo por la distribución por fases, en lo que se refiere a la inversión en investigación clínica, el estudio refleja que en 2022 se invirtieron 834 millones de euros en investigación clínica, de los cuales un 36,4% se destinaron a fases tempranas (fases I y II); es decir, un total de 304 millones de euros. Si estos datos los comparamos a lo largo de la última década, la evolución de la distribución por fases entre 2012 y 2022 refleja que en los últimos años han ganado un notable peso los ensayos en fases tempranas (que suben casi diez puntos y pasan de representar el 26,8% en 2012 al 36,4 % en 2022). Por su parte, los fase III mantienen

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