IM MÉDICO #61

61 Hace poco más de un año, los pacientes con diabetes mellitus de tipo 2 (DM2) recibieron una grata noticia: los dispositivos para la monitorización continua de glucosa (MCG) quedaban financiados por la Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS), equiparándose a las personas diagnosticadas con DM1. Fue para octubre cuando Sanidad informó que priorizaba el uso de estos sistemas en aquellas personas que recibían terapia intensiva con insulina. Esto supone una mejora en la calidad de vida de quienes padecen DM2 en España, alrededor de seis millones de personas (14% de la población), según los datos del Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes (IDF, por sus siglas en inglés). Solo Alemania tiene una mayor prevalencia en toda Europa. En vista del nuevo paradigma con la inclusión de tecnologías que permiten un mejor control y seguimiento de la enfermedad, el Centro de Investigación para la Innovación en la Gestión Sanitaria (CRHIM, por sus siglas en inglés) de IESE Business School publicó este abril un estudio que recoge 15 propuestas para impulsar medidas con las que sentar las bases de una telemedicina de calidad, eficiente, segura y de confianza, a partir del uso de los sistemas de MCG que pueden ser en tiempo real (TR) o a demanda (flash). Entre ellas, las dos medidas prioritarias, con base en su impacto y facilidad de implantación, fueron extender la utilización de sistemas de MCG e incrementar la capacitación de los profesionales sanitarios en el ámbito de la tecnología y la diabetes, según recoge el trabajo ‘Innovación digital en diabetes. Implementación eficiente en pacientes crónicos con DM2 tratados con insulina’, coescrito por Jordi Ibáñez, Senior Associate del CRHIM, y Jaume Ribera, de la dirección de Producción, Tecnología y Operaciones del CRHIM, y patrocinado por Abbott. Esta nueva obra toma como base la publicada en 2021 sobre telemedicina y diabetes, que sirvió para resaltar el valor de las herramientas telemáticas en las primeras etapas de la pandemia de la Covid-19, en especial para los pacientes con DM1 en tratamiento con insulina. En aquel entonces, los pacientes con DM2 insulinizados con terapia bolo-basal o basal-plus debían utilizar tiras reactivas. El hándicap en esta ocasión reside en el gran número de personas que potencialmente podrían beneficiarse de la medida. Por eso, los investigadores hablan de “los nuevos retos que supone el incremento del número de pacientes que podrán acceder a dispositivos de monitorización continua de glucosa (MCG) en líquido intersticial”. Con la vista puesta en fomentar la implantación y extensión de la telemedicina en la gestión compartida de la DM2 en pacientes tratados con insulina, se propone, por un lado, agilizar la implementación por parte de las comunidades autónomas (CCAA) de las resoluciones de financiación de Sanidad para la MCG en quienes cumplan los requisitos especificados dentro de este colectivo de afectados. Y, por otro lado, sensibilizar a las autoridades para incluir nuevos requerimientos acordes con las necesidades actuales de los diferentes agentes del SNS (pacientes, profesionales sanitarios, gestores sanitarios y Administración) que garanticen el acceso a estos dispositivos. Calendario de acceso Los profesionales sanitarios ya pueden indicar un sistema de MCG como alternativa a las tiras reactivas de glucemia. Así, los diagnosticados con DM2 que recibían terapia intensiva con insulina (mediante múltiples dosis diarias o con bomba) y requerían al menos seis punciones digitales diarias para la automonitorización de los niveles de glucosa en sangre son los que podrán acceder a las nuevas alternativas terapéuticas cubiertas por el SNS. No obstante, para los autores es clave que se establezca una implantación progresiva: desde el segundo semestre de 2022 y el primero de 2023 (previo compromiso de inicio en el segundo trimestre de 2022) debería llegar a pacientes con déficit visual; limitaciones funcionales; discapacidad y dependencia o deterioro cognitivo que les limite o impida realizar punciones digitales o reconocer, expresar o actuar ante una situación de hipoglucemia; aquellos con antecedentes de hipoglucemias graves (las que precisan una atención sanitaria o la ayuda de una tercera persona para su resolución y tienen una frecuencia de un episodio o más en los últimos dos años); los pacientes menores de 18 años y las mujeres gestantes o en programación de embarazo. A lo largo de este primer semestre de año se ampliaría a pacientes que sufran hipoglucemias desapercibidas o de repetición (entendiendo por tales las que se producen al menos cuatro veces por semana o cuando tengan un 10% de los valores de las lecturas del glucómetro por debajo de los 70 mg/dl tras realizar un promedio de seis controles de glucemia capilar al día) y quienes realicen actividades laborales de riesgo, cuyas hipoglucemias puedan provocar una situación de peligro para ellos o para terceras personas. En la segunda mitad de 2023 se ampliaría para aquellos pacientes que sufran de procesos concomitantes de alta complejidad e inestabilidad clínica que puedan dificultar su control hipoglucémico. Y a lo largo de 2024 debería estar accesible para el resto de diagnosticados.

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