IM MÉDICO #61

57 talidad. Las campañas llevadas a cabo en el pasado han servido para concienciar a la población sobre la importancia de medirse la tensión. Y, de hecho, García habla de “más de cien posibilidades de tratamiento distintas para tratar la HTA”. Con todo, solo uno de cada cinco hipertensos se la controla, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS). Detrás de esta paradoja podría estar, reflexiona el nefrólogo, la falta de “feedback” que recibe el ciudadano por parte de profesionales y autoridades sanitarias. A pesar del fácil acceso al diagnóstico que tiene, no está bien controlada, y entona el mea culpa: “Porque los profesionales y gestores no hacemos nada”. Uno de los pasos para cambiar esta tendencia son las unidades específicas como la que integra, la primera de la Comunidad de Madrid (CAM) acreditada en 2021 por la Sociedad Española de Medicina Interna como SEMI-Excelente. En ella, se tratan de desvelar “los apellidos” de un hipertenso. Es decir, “los factores de riesgo” para permitir no solo que vivan más años, sino que lo hagan con buena calidad. Con carácter multidisciplinar se trabaja con diversas especialidades para abordar al paciente desde una perspectiva “holística, global e integral” y no solo, precisa, “como una sucesión de diferentes diagnósticos y pruebas”. En España existe actualmente apenas una decena, según registra la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEHLELHA), que preside García. Aunque asegura que están apareciendo más en diferentes comunidades autónomas, estas unidades requieren de personal dedicado en exclusiva; equipamiento para evaluar, diagnosticar y tratar a los pacientes, y demostrar unos conocimientos actualizados en este campo y en las guías vigentes para su tratamiento. Entre los proyectos en marcha, el doctor es parte de un equipo de más de 80 médicos de distintas especialidades que están trabajando, bajo el paraguas de la Dirección General del Proceso Integrado de Salud, en un proceso sobre el paciente con alto riesgo vascular en el que se espera, entre otros objetivos, unificar criterios de derivación entre atención hospitalaria y Atención Primaria (AP). La iniciativa se prevé que arranque entre septiembre y octubre. Adherencia “baja, mala y pobre” Así califica García el estado de la adherencia en nuestro país, detrás de la que se esconden problemas como la polimedicación y la falta de comunicación entre el profesional y el paciente, para que este se empodere y sea consciente de la importancia de controlar su enfermedad. “Si un paciente está tomando seis u ocho pastillas, algo estamos haciendo mal”, reprocha, y pide apostar por combinaciones farmacológicas con las dosis adecuadas para conseguir una buena tolerancia “porque detrás de la adherencia puede haber una mala tolerabilidad al fármaco” o un efecto secundario (como la disfunción eréctil en los varones) que en ocasiones, por vergüenza, no se cuenta. “Tenemos que hacer que los pacientes entiendan la enfermedad, la terapia, saber que el ejercicio también es un medicamento más; el comer bien es una terapia tan importante como cualquier pastilla que podemos poner”, añade. Si no se revierte esta tendencia, se corre el riesgo de aumentar la incidencia de las crisis hipertensivas (subidas bruscas de la tensión), que afectan en especial a los no adherentes. Al realizar monitorizaciones de 24 horas, han detectado periodos que oscilan entre las cuatro y las ocho horas en las que un hipertenso está “descubierto de medicación”, y es la franja en la que más riesgo hay de sufrir una crisis, que además provoca “un peor pronóstico”. Cambia el perfil Hace una década, la persona diagnosticada tenía por lo general más de 60 años, presentaba algún problema de obesidad o sobrepeso y antecedentes familiares y, debido

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