IM MÉDICO #58 ANUARIO 2022

im MÉDICO | 58 [ ANUARIO 2022 ] 99 Como “elmiedo” de los profesionales sanitarios a la telemedicina, que se “liquidó” en parte tras la llegada la pandemia, menciona Saigí. “Lo que se ha visto, a la vuelta de la normalidad, es todo lo que habíamos conseguido avanzar con la telemedicina, que es cierto que sí que avanzó mucho”, explica. Aunque con un gran matiz que se repite en múltiples ocasiones en el estudio: “No se ha implementado bien” y, por tanto, no se normaliza “como una parte común en los servicios de salud”. Hubo medidas de urgencia que apostaron por avanzar en este sentido, sí, pero en la actualidad esa tendencia se ha estancado. Por eso, el profesor incide en la importancia de divulgar bien los bene cios de la telemedicina, que es “uncomplemento” para que los servicios “seanmás e cientes y e caces”, permitiendo “llegar a más opciones” que la presencialidad. “No estamos hablando de la solución de los servicios de salud, sino como algo complementario quepermite llevar acaboalgunas acciones quede formapresencial tardaríamos más, o seríanmás costosas”, razona. La bisagra entre niveles asistenciales De lamismamanera, estasnuevas tecnologías aplicadas al ámbito de la sanidad podrían solucionar una de las grandes demandas de los profesionales: propiciar la comunicación uida y efectiva entre niveles asistenciales. Para Saigí, el principal problema (una de las reclamaciones en la huelga de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid) es que “el médico no tiene el tiempo ni el espacio su cientes para realizar esa interacción entre niveles”. Hacen falta espacios, pero también recursos: “El problema no es la tecnología; es la organización. Hay que sentarse y hablar de qué manera la tecnología permitiría trabajar menos. La telemedicina debería favorecer trabajar menos y ser más e cientes. Van de la mano”, sentencia. Con el n de identi car barreras y facilitadores, se destaca la importancia de de nir el entorno contextual. Por un lado, los que denomina “champions”, en referencia a los profesionales sanitarios muy favorables a la innovación y el uso de las nuevas tecnologías; por otro, los que “van a encontrar barreras” a la telemedicina, con los que habrá que “hablar mucho” para que “se impliquen en el proceso y le saquen provecho clínico”. A su vez, el estudio indica que hace falta seguir profundizando en la alfabetización digital del colectivo médico. “Hemos detectado que una de las barreras es la falta del uso de las habilidades tecnológicas”, refrenda, por lo que desde el grupo de trabajo se propone impulsar opciones de capacitación para conseguir una implementación real y completa de la telemedicina en los sistemas sanitarios. “Y es en esto en loque ahora los países se están poniendo al día”, según el investigador. En paralelo, la OMS “tiene enmente como una de sus líneas prioritarias” fomentar la alfabetización en el uso de las TIC en general, y de la telemedicina en particular. Pero primero hace falta, en su opinión, abrir más líneas de investigación para tomar decisiones basadas en la evidencia cientí ca. “Pienso que es necesario este matrimonioentrequien tomadecisiones y el sector universidadque lleva a cabo la investigación”, continúa. Retos de la telemedicina Si bien la telemedicina presenta bene cios “que la literatura ha puesto de mani esto”, como la mejora en el screening; en el diagnóstico; en la gestión de pacientes y, en concreto, en el tratamiento y la gestión de pacientes crónicos, a través de unos procesos “más e cientes” realizados de una manera “más automática”, esta nueva coyuntura se da de bruces frente a algunos obstáculos, tales como las barreras legislativas o la brecha digital presente, también, en el colectivo de pacientes. En cuanto a las primeras, Saigí habla de “seis grupos” de los cuales destaca, sobre todo, las di cultades en la regulación y en la seguridad de los datos de salud, en especial los que se manejan a través de aplicaciones móviles: “Ahí hay una preocupación, por parte de profesionales y pacientes, respecto a la propiedad y la privacidad de los datos que se manejan”. Respecto a la “de ciencia de las habilidades tecnológicas”, han detectado, por parte de los profesionales, una especial “resistencia al cambio”, mientras que en pacientes in uyen los “aspectos socioculturales y socioeconómicos”. Destaca ados colectivos como los principales afectados por esta transición digital: aquellos con algún tipo de discapacidad que les impide trabajar con la tecnología, y, por otro, los pacientes de mayor edad. “Ahí entran los cuidadores”, responde. Ya sean profesionales especializados en la atención sociosanitaria, o bien familiares. Para el profesor, lasoluciónsería “trabajaratravésdeempoderaraestoscuidadores(agentes intermediarios),y,porotrolado, trabajarestevínculo de toda la familiaparaayudar a laspersonasmayores”. El fracaso en esteacercamientoa lasnuevas tecnologíasprovocaque “el sistema tienda a la presencialidad porque es lo que el paciente tiene seguro”. “Hay evidencia de que cuando los pacientes entran al sistema y se encuentran bien atendidos, encuentran esta gura del cuidador y del seguimiento, y empiezanaestablecer con anzaa través delmédico con esta tecnología, es cuando el sistema funciona, no quieren salirsedel sistema, porque ven las ventajas. Para llegar aestepunto, el sistema tiene que rodar, funcionar, llegar a ellos”, concluye.

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