IM MÉDICO #51 ANUARIO 2021

im MÉDICO | 51 [ ANUARIO 2021 ] 17 El 31 de enero de 2020, el Centro Nacional deMicrobiología confirmaba en La Gomera el primer caso de coronavirus detectadoenEspaña.Transcurridosdos años, el virusSARSCoV-2 lo ha cambiado todo, pero a la vez, con la variante Ómicron azotandogravemente amediomundo, todo sigue igual. Especialmentecríticaes lasituaciónde laAtenciónPrimariaennuestropaís, cuyo escenario era ya depor sí preocupante antes de la pandemia y ahora están viviendo la sexta ola desbordados. “Prácticamente estamos llevando nosotros todo el peso, porque afortunadamente son casosmuy leves. Sin embargo, hay que controlar los síntomas de alarma, además de encargarnos de papeles burocráticos, como dar las bajas”, cuenta Hermenegildo Marcos, representante nacional de Médicos de Atención Primaria Rural y representante del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) en el Foro de Atención Primaria. Estaola, agregapor suparte JoséManuelAranda, médicodefamilia y miembrode laFederacióndeAsociacionesDefensade laSanidad Pública (FADSP), “está suponiendo un incremento muy importante de lapresiónasistencial en los centros de salud, donde los protocolos deasistencia se cambian cadadía y ahorano seajustana loque está pasando”. Lo más importante de los servicios sanitarios, remarca, son los profesionales que trabajan en ellos, “esos que eran aplaudidos al principiode lapandemia”. Pero a su juicio, “es irresponsable mandarlos a la trinchera sin recursos y con directrices equivocadas”. Contagios disparados, pero leves Desde el punto de vista de los especialistas, reflexionan sobre la diferencia de la sexta ola respecto a las anteriores. Para Hermenegildo Marcos, es que, pese al contagio masivo, “los síntomas son muy leves”, afectando sobre todo a las vías respiratorias superiores (garganta, faringe, congestión nasal, etc.) Su colega piensa que un un factor “determinante” de lo que pasó en los centros de salud en las olas anteriores fue la proximidad de un hospital que se saturaba por el ingreso de pacientes graves. Recuerda que en su centro de salud (urbano, en una capital de provincia) durante la primera ola “prácticamente dejamos de trabajar”. “Entre los protocolos que consideraban que el resto de las actividades no Covid eran superfluas, que limitaron mucho la accesibilidad de los pacientes a sus profesionales de cabecera, y el miedo de la población, veíamos pocos pacientes diarios”, detalla Aranda, dadoque lospacientesgravesacudíandirectamentea los servicios de urgencias y al hospital. Sin embargo, “en el medio rural, con la asistencia hospitalaria lejana, eran el único recurso para contener el tsunami. En esemomento hablé con una compañera queme contaba, entre lágrimas, que undíadiagnosticaron240positivos y que era imposible atenderlos”. En cambio, actualmente parece confirmado que, la cepa ómicron y con las defensas que confiere la vacuna, la gravedad de la infección es menor, aunque la contagiosidad sea muy alta. “Esto significamuchos pacientes infectados con síntomas leves que no acuden al hospital, sino a su centro de salud saturando los servicios. A esto contribuyen los medios de comunicación que, desdemi puntode vista, estángenerandopánicoal coronavirus, que es portada de todos los noticiarios”, lamenta. Así pues, coinciden en que las sensaciones han ido variando en los diferentes momentos de la cronológica de la pandemia. El representante nacional de Médicos de Atención Primaria Rural no duda que la olamás difícil de afrontar para ellos fue la primera. “Fueenfrentarnosaalgocompletamentedesconocido; sabíamosque eramuygrave,porqueveíamos lascomplicacionesquesufríanlospacientes.Además, losmediosdeprotecciónaveceseraninexistentes, la faltadeseguridad, laanarquíadeórdenesyprotocolos, etc. Entonces, trabajamos desorientados. Ahora, aunque estamos desbordados de trabajo, no existe la sensación de gravedad. Estamos más seguros, más tranquilos”, manifiesta. “Estaolaproducecansancio,desmotivaciónybúsquedadesoluciones individuales, pero, por lo menos para mí, lo más duro es que un pacientegrave tepidaayuday tú, comoprofesional, no tengas recursos para dársela. Eso ha pasado en esta pandemia y creo que puede ser unmotivoparaabandonar laprofesión”, añade JoséManuel Aranda. Ahora bien, pese a todo lo vivido, las lecciones aprendidas durante las primeras olas han servido “más bien poco” para afrontar la situación actual, afirma Marcos. “Todas estas situaciones creo que hay que saber afrontarlas con la cabeza fría y con los conocimientos científicos existentes, que realmente no han sido muchos”. En este sentido, cree que muchas veces “se han dejado llevar más por los deseos y por los pensamientos sobre cómo debería ir la pandemia que por los datos reales; de hecho, seguimos un poco dando palos de ciego”. El portavoz de FADSP coincide con este pensamiento, indicando su parecer a acerca de que los que tienen que tomar decisiones no han aprendido nada. “Por lo que yo sé, esta sexta ola se está abordando de lamisma forma que las anteriores”. Es más, pocas de las demandas de los médicos de Atención Primaria a día de hoy son específicas del Covid-19. “Si partiéramos de una situación buena (suficientes recursos humanos y materiales, capacidaddegestióndelospropiosrecursos...),probablementehabría centrosdesaludquenecesitasenapoyospuntualesderefuerzo, como ocurre en la epidemia de gripe o los refuerzos de verano. Perono es el caso”, aclara Aranda. Hermenegildo Marcos hace hincapié en que fundamentalmente falta personal. “En toda España, se calcula que, de forma urgente, faltarían unos 1.500 médicos, y a medio plazo, unos 4.500. También influye mucho la estabilidad, no solo de los médicos, sino de todo el personal sanitario, porque si nohay estabilidad, lógicamentebuscan lugaresdetrabajomejores,por loquesecorreel riesgodequelospocos que hay, se vayan fuera”. Aparte de eso, “racionalizar y gestionar los recursosquehay, yunodeesos recursosesel tiempo; hayque intentar nohaceractividadesburocráticasquenotienenrepercusiónclínicaen el paciente”, apunta. Todas son carencias que la Atención Primaria arrastra desde hace muchos años, como recuerda el facultativo. Una degradación que viene de largo El manifiesto ‘Salvemos la AP’, promovido, entre otros profesionales, por José Manuel Aranda, corrobora también las carencias que sufren desde hace años y la alarmante situación en la que se encuentra el primer nivel asistencial. En palabras de su impulsor, el texto “es un grito de atención a los profesionales y a la población, porque lapandemianoes laresponsabledel deteriorode laPrimaria: eselabandonopolítico, social yprofesionaldeunsistemadeatención quehasidoejemploenelmundo”. Asumododever, hacen faltamás recursos, pero también reivindicar elmodelodeAtenciónPrimaria,

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