IM MÉDICO #50

im MÉDICO | 50 39 ¿Qué hitos de su trayectoria médica relacionada con el trata- miento del ictus le gustaría destacar? Resalta la implantación del Código Ictus en la Comunidad de Madrid: “ Se empezó a implantar el siglo pasado, a finales de la década de los 90, por una iniciativa nuestra, del Hospital Universitario de La Princesa. El primer estudio piloto que se hizo sobre eso, con Samur, Protección Civil y este hospital, fue el embrión de lo que hoy conocemos como el Código Ictusde laComunidaddeMadrid, queprobablemente sea uno de los sistemas asistenciales de coordinaciónmás avanzados, que ha salvado muchas vidas y ha evitado que muchas personas padezcan una discapacidad grave y una dependencia ”. Añade que, “ desde la implantación del Código Ictus, hay un antes y un después en el tratamiento del ictus ”. Argumenta que, anteriormente, cuando no estaban bien organizados “ para el tratamiento de una patología tiempo-dependiente como es el ictus ”, los hospitales empezaban a tenermás omenos losmedios para tratar esta enfermedad, pero los pacientes no llegaban a tiempo. El Código Ictus permitió que no sólo dispusieran de los medios, sino que también el paciente llegara a tiempo. “ Es decir, evitábamos tanto muertes como discapacidad, lo que es una de las cosas que, de alguna manera, más satisfecho me deja de mi bagaje profesional ”, manifiesta Vivancos. Un cambio de concepto radical Para articular una unidad de Ictus como la suya se encontra- ron con muchas dificultades. “ Esta unidad se puso en marcha en el año 97, fue la tercera que se organizó en España. Entonces no se hablaba de innovación, porque dicho término es mucho más reciente que todo eso. Se trataba de poner en marcha algo nuevo. Nosotros teníamos conocimiento fundamentalmente por nuestras relaciones conotros países y conotros equipos quehabían empezadoa trabajar en este tipode conceptode unidad específica parael tratamientodeestaenfermedad con losprimeros resultados positivos ”, relata. Recuerda que “ la mayoría de los neurólogos pensaba antes que el ictus era una enfermedad neurológica de se- gundoordenpor la cual nada sepodíahacer, ni sepodíaevitar ”. Por consiguiente, se consideraba que los pacientes que sufrían un ictus ni siquiera tenían que estar en los servicios de neurología. “ Pasar de ese concepto totalmente nihilista de no hacer nada con un paciente que ha sufrido una enfermedad tan terrible a crear una unidad específica para su tratamiento era un cambio de con- cepto radical en esa época ”, asevera. Explica que los principales problemas que se encontraron para su implantación vinieron de sus propios compañeros. En ese sentido, “ los neurólogos no estaban a favor de crear unidades específicas para el tratamiento del ictus, porque sehacíaunaneurologíamuchomás empírica y de observación, poco proactiva con el tratamiento ”. Era una ciencia mucho más diagnóstica y mucho más observacional que de proactividad con cualquier terapia. A primeros de los 2000, se aprobó el primer tratamiento eficaz contra el ictus, el rtPA. “ No era sólo el concepto de poder utilizar un tratamiento, sino que era un concepto mucho más global, de haber demostrado, primero, que cosas tan sencillas como si tratá- bamos al paciente antes eramejor que hacerlo después. Hubo que demostrar que con medidas relativamente sencillas de control de los parámetros fisiológicos como la tensión arterial, la glucemia, la saturación de oxígeno, el ritmo respiratorio, el ritmo cardíaco Los pacientes han acudido menos a los hospitales por esta patología En la Unidad de Ictus del Hospital Universitario de La Princesa, ingresan unos 600 pacientes al año. José Vivancos expone que, con la pandemia, ha bajado un poco el número de ingresos, al igual que en el resto de las unidades, “ no porque haya menos ictus, sino porque los pacientes han acudido menos a los hospitales por esta patología ”. Probablemente, por temor al contagio, por las restricciones que se han establecido para el acceso a los hospitales y por la pandemia. Los pacientes que han tenido han sido más graves, lo que ha derivado en mayor mortalidad. Ha habido un “ sesgo de selección ”, yendo “ los más graves y, además, tarde ”. Con lo cual, “ la posibilidad de éxito en los tratamientos ha disminuido ”. Vivancos espera que, en la era post-pandémica, sigan las mismas tendencias que había hasta ahora relaciona- das con esta enfermedad. Su curva de mortalidad ha ido bajando de una forma continuada desde hace cinco o seis décadas. La incidencia podría estabilizarse o aumentar ligeramente, porque es una enfermedad que está ligada al envejecimiento. Conforme vayamos alcanzando expectativas de vida mayores, la incidencia de la en- fermedad puede subir. Por otro lado, en los últimos años, se ha hecho un esfuerzo importante en la prevención, poniendo el foco en los factores de riesgo, lo que ha hecho que, de alguna forma, se compense esa tendencia al alza por el envejecimiento con una tendencia a la baja gracias a unas eficaces políticas de prevención. “Desde la implantación del Código Ictus, hay un antes y un después en el abordaje del ictus”

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