La formación en sí mismo es un reto de la especialidad. El sábado, en el 31º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), comenzó con la mesa Globalizando el Futuro de la Docencia en Medicina de Familia: Retos y Conexiones. Pilar Rodríguez Ledo, presidenta ...
La formación en sí mismo es un reto de la especialidad. El sábado, en el 31º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), comenzó con la mesa Globalizando el Futuro de la Docencia en Medicina de Familia: Retos y Conexiones. Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la SEMG, y Benjamín Abarca, del Grupo Gestión, fueron los moderadores. La idea era inspirar a los asistentes a adoptar una visión internacional de la docencia en Medicina de Familia, subrayando la importancia de la cooperación, el aprendizaje mutuo y las experiencias compartidas en la mejora de la formación de especialistas en todo el mundo.
Rodríguez Ledo pidió a los ponentes que contaran su experiencia. Carlos Durán Martínez, médico de familia, del Grupo de Trabajo de Educación de Wonca Mundial, afirmó que establecer líneas transversales de trabajo y potenciarlas entre todos puede enriquecer a los profesionales sanitarios. Adrián Eduardo Alasino, director de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar de Plata (Argentina), defendió que son necesarias las habilidades blandas y animó a los estudiantes a conocer cómo vive la gente en comunidad. También a quitar los muros tecnificados. Tiago Villanueva, presidente de la UEMO, diferenció entre los países que tienen tres años de residencia y los que tienen hasta seis de médico de familia. "Hay una disparidad", comentó. Por otro lado, hay una legislación europea que dice que ha de ser como mínimo esa formación de tres años. Recordó que los médicos de la Unión Europea pueden circular libremente. Informó de que están luchando para la armonización de esa residencia y para mejorar los estándares de práctica clínica.
María Eugenia Quinteros Nelle, docente universitaria de Medicina de Tucumán y Mar del Plata (Argentina) y Comunera de la Comunidad Indígena Amaicha del Valle, añadió que las prácticas han de situarse en contexto. Contó la experiencia de las primeras tres residentes españolas que fueron con ellos. Indicó que hay que conocer lo que sucede en la comunidad a la que se va, y a partir de ahí diseñar las diferentes actividades. "En mi caso, soy médica, en el mundo generalista. Yo me siento parte de un territorio y tengo el privilegio de ejercer la medicina en el pueblo en el que elijo vivir", manifestó. Abogó, eso sí, por unificar criterios. Isabel Gil Moreno, médico residente MFC, del Grupo RYJE SEMG, aclaró que lo que más les impactó fue el choque cultural. Aseveró que habían aprendido no sólo de la medicina occidental sino también ancestral. Abarca resumió que el objetivo común es mejorar la medicina de familia. La calidad de la formación se enriquece cuando se derriban las fronteras.
Villanueva mencionó la posibilidad de tener un examen común en Europa. Alasino consideró que hay que habitar las instituciones y que es conveniente el fortalecimiento de las redes. A veces, se desaprovechan los recursos de estas redes. Hay que aprovechar todos los recursos, aunando esfuerzos. Es fortalecer la Primaria, cambiando la mirada de la universidad. Las tecnologías ayudan, pero el humanismo ha perdido territorio y lo tiene que recuperar. El mundo tiene una tendencia de acortar procesos y de estar más cerca de la comunidad, por lo que una vía sería reducir los tiempos de formación. Habitar las instituciones es fundamental. Al paciente no hay que verlo solo como un individuo, sino como una comunidad.