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"Hay que tratar la enfermedad de Parkinson como un trastorno motor y no motor en su conjunto"

La sesión de ‘Neurología en Movimiento: El Ahora y el Mañana de la Enfermedad de Parkinson’ cierra la XXIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología

02/12/2021

La XXIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología ha dado este jueves sus últimos coletazos. Como broche a las jornadas ha programado el seminario `Neurología en Movimiento: El Ahora y el Mañana de la Enfermedad de Parkinson´, en el que los participantes se han puesto al día sobre ...

La XXIII Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología ha dado este jueves sus últimos coletazos. Como broche a las jornadas ha programado el seminario `Neurología en Movimiento: El Ahora y el Mañana de la Enfermedad de Parkinson´, en el que los participantes se han puesto al día sobre la situación actual, los avances y la perspectiva de la enfermedad en el futuro.

Respecto al presente, Diego Santos García, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN comenta que "el mensaje para este 2021 sería que nuevos estudios sugieren la importancia de la base genética de la enfermedad de Parkinson".

Además, "datos en modelos animales y en pacientes con la patología indican la posibilidad de dos patrones de propagación, y esto, en arte, podría explicar también parte de la variabilidad en los fenotipos del Parkinson", apunta el experto. En este sentido, los datos también indican la necesidad de contemplar la enfermedad "como un trastorno motor y no motor en su conjunto".

Por otro lado, hace hincapié en que "disponemos de muchos tratamientos sintomáticos y van a llegar más próximamente que podremos utilizar. Y luego, debemos ser muy cautos con respecto a los tratamientos potencialmente curativos, así como las expectativas que se puedan generar".

Por último, señala que "el covid-19 ha retrasado algunas cosas, pero acelerado otras, como por ejemplo, la telemedicina".

Modificación de la enfermedad y rasagilina

Juan Manuel Oropesa, neurólogo del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, se enfoca en la evidencia clínica sobre el uso de la rasagilina.

Desde el descubrimiento de la levodopa, apunta, "ha habido muchos hitos con respecto al Parkinson, pero el principal, que es conseguir un fármaco que modifique el curso de la enfermedad, aún no lo hemos conseguido. Con lo que sí contamos son con buenos fármacos sintomáticos. Por tanto, el principal objetivo de un neurólogo es que el paciente tenga la mejor calidad de vida".

En relación al desarrollo de la enfermedad, agrega, "sabemos que tenemos una fase inicial, en la que hay una gran ventana terapéutica y una muy buena respuesta a los tratamientos". Pero a medida que va evolucionando, "van apareciendo una serie de fluctuaciones y complicaciones motoras y no motoras que estrechan el margen terapéutico y, por consiguiente, merma la calidad de vida del paciente".

"Estas fluctuaciones van a aparecer siempre, aunque sean variables", añade Oropesa. "Normalmente las motoras en 2-4 años, y vamos a tener discinesias en torno a los 5-7 años en casi la totalidad de los pacientes. Y además, se van a ver influenciadas por una serie de factores variables". En estos parámetros que influyen, "obviamente está la levodopa, pero tenemos que olvidar ya las ideas que había sobre la levodopa como una causa fundamental". "Sabemos que es una causa necesaria, pero no fundamental, y que hay otros factores (edad, fenotipo, genética, etc.)".

Con estos conocimientos, manifiesta el especialista, "podemos establecer el paradigma de tratamiento del Parkinson actualmente". Así, "para una fase moderada lo ideal es iniciar el tratamiento con levodopa, si aparecen fluctuaciones motoras añadir algún coadyuvante, y a partir de ahí, ir a los dispositivos de terapia de segunda linea".

Además, "tenemos una serie de fármacos listos para iniciar en monoterapia para las fases con síntomas más leves. Entre ellos están los agonistas dopaminérgicos, la levodopa y los IMAO. Dentro de los IMAO, los dos únicos aprobados son la selegilina, que está en desuso por su perfil de seguridad y posológico, y la rasagilina".

Respecto a la evidencia con la rasagilina, se concluye que "es eficaz en monoterapia en pacientes con enfermedad de Parkinson de reciente comienzo (por eso se metió en la guía de 2009 con un grado de recomendación A)". "También es muy eficaz como adyuvante a la terapia con levodopa en pacientes con complicaciones motoras leves-moderadas (igualmente incluida en la SEN de 2009 con grado de recomendación A)". Además, continúa, "es un fármaco de una posología muy fácil porque requiere solo una toma al día, lo que permite en determinados pacientes incluso mantener el tratamiento durante un largo periodo". Eso sí, "hay que tener cierta precaución en embarazadas, en mujeres lactantes, porque pueden llegar a inhibir la lactancia y no se debe utilizar en deterioro hepático grave, pero con estas indicaciones, todo lo demás es de fácil empleo. Por lo tanto, es muy eficaz para controlar la sintomatología de la enfermedad de Parkinson".

Prospección a 10 años

Finalmente, Jaime Kulisevsky, de la Unidad de Trastornos de Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, lanza una mirada al futuro de aquí a 10 años. "¿Habrá más o menos con enfermedad de Parkinson? Es difícil saberlo ¿Curaremos la enfermedad? Posiblemente no, pero estaría bien que sí. Hay toda una serie de preguntas que no podemos responder. Si 20 años no es nada, 10 todavía menos. Por tanto, el futuro de alguna manera ya está aquí", expone.

Sin embargo, cree que la enfermedad de Parkinson de por sí va a seguir creciendo. "En España tenemos 300.000 pacientes, pero en el mundo tiene casi la dimensión de una pandemia, pues es de las enfermedades neurodegenerativas que más crecen y no es solo por un problema de longevidad, sino que hay una serie de factores agregados como los subproductos industriales, el humo…".

En su opinión, "no sé si curaremos la enfermedad, porque es más compleja de lo que parece, pero tenemos muchas estrategias para poder tratarla. Sin embargo, es posible que la alfa sinucleína no sea el target principal; por tanto, habrá que buscar en los próximos años otras alternativas".

La genética, por otro lado, "aportará nuevas vías implicadas en la neurodegeneración y será interesante ver cómo diferentes vías metabólicas implicadas en diferentes causas genéticas, como por ejemplo el estrés oxidativo, no solamente intervienen en las enfermedades directamente donde la genética es causal, sino también en la enfermedad de Parkinson esporádica". Con lo cual, "la estratificación de pacientes según el genotipo extenderá la posibilidad de aplicar fármacos potencialmente dirigidos a una de estas vías. Así pues, la genética será la máquina con la que podremos tener una visión mucho más directa de qué mecanismos son potencialmente etiológicos", explica.

Por otro lado, "el foco de atención conforme vamos teniendo mejores fármacos adyuvantes se desplazará cada vez más a los síntomas y signos premotores. La EP se transformará cada vez más en una enfermedad no motora, con un trastorno cognitivo como un eje central de la progresión".

Cambiarán probablemente las prioridades que los pacientes definen respecto al peso de su enfermedad, apunta también. "Centramos mucho en el problema motor, pero los síntomas no motores son altamente citados desde los estadios más tempranos de la enfermedad, tanto por los pacientes como por los cuidadores".

Asimismo, a su juicio "crecerá también la importancia no solo de la dopamina, sino también de otros neurotransmisores implicados en la enfermedad, sobre todo serotonina, acetilcolina, y norepinefrina".

En cuanto a la tecnología, "la IA ya está aquí, dos algoritmos están proliferando en las enfermedades neurológicas y van a ayudar y ya están ayudando a tomar decisiones clínicas, a detectar enfermedades a través de la imagen, a reducir las inequidades de la sanidad y desde luego, habrá que ver lo que es qué lo que nos aporta". En este sentido, "el Big Data cada vez tendrá más protagonismo para validar poblaciones y el significado pronóstico de los diagnósticos que hacemos".

En conclusión, "está cerca ese futuro. Tendremos nuevos fármacos, porque la levodopa tiene más de 50 años y ya es hora de que tengamos nuevas opciones. Hace falta todavía un gran esfuerzo para combatir la enfermedad de Parkinson, pero estamos cada vez mas".

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