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En 1 de cada 10 pacientes con CPRC no se conoce su estado metastásico ni de castración

El 2º Congreso Nacional Virtual de Urología dedica un simposio a actualizar conocimientos sobre cáncer de próstata

10/11/2021

Siguiendo con la actualización de conocimientos en cáncer de próstata, el 2º Congreso Nacional Virtual de Urología le ha dedicado otra sesión plenaria Andrés Rodríguez Alonso, jefe de Servicio de Urología Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, ha presentado los resultados de la primera fase del estudio Afrodita, un análisis de ...

Siguiendo con la actualización de conocimientos en cáncer de próstata, el 2º Congreso Nacional Virtual de Urología le ha dedicado otra sesión plenaria Andrés Rodríguez Alonso, jefe de Servicio de Urología Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, ha presentado los resultados de la primera fase del estudio Afrodita, un análisis de adherencia a las recomendaciones diagnósticas de las guías clínicas europeas en CPRC por parte de los urólogos nacionales.

Poniéndolo en contexto, explica que en 2020 se diagnosticaron más de 34.000 casos de cáncer de próstata. "Esta cifra supone un 21,1% de los cánceres del varón, el más frecuente en los países occidentales entre los hombres. Además, los datos revelan cómo descienden las tasas de mortalidad, pasando en 1980 de un 12,9%, al 7,9% en 2018. Otro aspecto relevante es la diferencia cada vez mayor entre el número de diagnósticos y el número de muertes, que probablemente se deba a un mayor diagnóstico de la enfermedad localizada y a una mayor supervivencia de la enfermedad avanzada".

Según el experto, es sabido que en los últimos años se han aprobado nuevas opciones terapéuticas para diferentes estadios del cáncer de próstata con un impacto significativo en la supervivencia, de forma que, en la actualidad, "para casi cualquier escenario de cáncer de próstata avanzado, disponemos de una, incluso más de una opción terapéutica eficaces para aumentar la supervivencia".

Uno del los escenarios en el que ha habido más novedades ha sido en el CPRC no metastásico, "ya que han aparecido varios fármacos que permiten no solo vivir más tiempo, sino también retrasar el deterioro en la calidad de vida", expone. Por ello, "es necesario conocer la incidencia real de estos pacientes, así como el manejo que estamos haciendo de ellos para una fase de la enfermedad CPRC M0, en la que hasta hace unos años no existía tratamiento con beneficio de supervivencia". Y con el propósito de describir retrospectivamente el manejo de los pacientes CPRC-Mx durante los 15 meses previos, así como la prevalencia de la condición CPRC-Mx en España, se diseñó el estudio Afrodita, "un estudio multicéntrico y observacional que ha contado la participación de 46 centros hospitalarios de toda la geografía española".

Las conclusiones que se han extraído de esta primera fase del estudio Afrodita son varias. En primer lugar, comenta Rodríguez, "la prevalencia del CPRC-Mx es similar a la de otros estudios previos".

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Asimismo, en la vida real, "los pacientes tratados con terapia de privación androgénica no tienen una adecuada monitorización de su estado de castración; y que su estado metastásico es desconocido en casi la mitad de los casos". En la misma línea, en 1 de cada 10 pacientes no se conoce su estado metastásico ni su estado de castración. "Esto quiere decir que la adherencia a las guías clínicas no es la adecuada y que este diagnóstico impreciso impide a muchos pacientes acceder de forma potencial a estos tratamientos prolongadores de supervivencia que conocemos", concluye.

Salud ósea en el paciente con CP

Enrique Pieras, especialista de Urología del Hospital Quirónsalud Palmaplanas (Palma de Mallorca), se enfoca en un tema tan complejo como infratratado. "Aunque los urólogos no estamos muy habituados a contemplar la salud ósea, tiene una importancia considerable, porque afecta a la calidad de vida y a la supervivencia en el cáncer de próstata", señala. Sin embargo, "alrededor del 50% de pacientes en el momento del diagnóstico tienen un hueso frágil".

En este sentido, manifiesta Pieras, "el cáncer de próstata aumenta el riesgo de fractura, empeorando la calidad de vida y la supervivencia". En concreto, "la DPA supone una bajada importante del 4% de la masa ósea anual, y un 20% de fractura a cinco años". "Se aconseja DMO y conocer los factores de riesgo antes de iniciar un tratamiento hormonal para obrar en consecuencia. Cuando el riesgo de fractura es mayor del 20% estaría bien indicar un tratamiento con antirresortivo óseo, así como iniciar medidas preventivas (calcio, vitamina D, ejercicio físico)", agrega.

Al mismo tiempo, "en pacientes con M0 y factores de riesgo de osteoporosis se recomienda iniciar el tratamientos con fármacos ARO, al igual que en pacientes con M1". En este sentido, añade, "se recomienda denosumab sobre bifosfonatos (nefrotóxisos). Sin embargo, no hay consenso sobre cuanto tiempo mantener el tratamiento con ARO, aunque existen datos con seguridad de dos a tres años".

También insta a tener en cuenta que "los nuevos tratamientos hormonales EEO disminuyen y retrasan los elementos esquelético óseos, pero paradójicamente, aumentan las facturas no patológicas en 5-10%, es decir, debilitan el hueso. Y también hay que tener claro que en el manejo de los CPR M1 sintomáticos va muy bien Radium 223 para mejorar la calidad de vida, pero ojo cuando lo juntamos con la apalutamida, porque duplica el riesgo de factura patológica".

COVID: guías y recomendaciones

Por último, Mario Domínguez, urólogo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, hace una síntesis sobre el manejo de los pacientes con cáncer de próstata en el contexto de la pandemia recogidas en las guías. Concretamente, expone que en la última guía de consenso realidad se recoge todo lo que hasta este momento se ha ido publicando. "Es una síntesis de 52 trabajos en la que también se incluyen guías de práctica clínica habitual y de las principales asociaciones, que viene a ratificar lo que durante toda la pandemia se ha ido más o menos acordando entre las diferentes sociedades".

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Por un lado, "los pacientes de bajo o muy bajo riesgo nos deben preocupar poco, bien porque los incluyamos en programs de vigilancia activa o bien porque sepamos que son pacientes que a corto o medio plazo no van a tener problemas derivados de su enfermedad. Si el tiempo que pasa entre el diagnóstico hasta que decidimos tratarlos es importante, más allá de seis a doce meses, quizá sea conveniente re evaluarlo", revela.

En pacientes de riesgo intermedio alto, añade el experto, "deberíamos priorizar tratamientos menos agresivos como la terapia de privación androgénica, seguida de radioterapia". En cuanto a los tratamientos quirúrgicos, "debemos tener relativa seguridad para espaciarla seis meses. No parece haber impacto para la supervivencia libre de progresión en este tipo de pacientes si lo demoramos en torno a medio año".

En los pacientes metastásicos hormonsensibles de baja carga o bajo volumen, se debe priorizar el tratamiento de privación androgénica de nueva generación. "Y si decidiéramos dar tratamiento local a nivel del primario, al menos demorarlo unos seis meses, y sobre todo, emplazarlo en un momento en el que la pandemia sea más segura", subraya. Por otro lado, "el tratamiento de la enfermedad de alto volumen, lo manejaríamos igual, reservando la quimioterapia solo a aquellas histologías poco frecuentes. Y sucede lo mismo en los pacientes con tumores resistentes a la castración".

A modo de conclusión, resalta que "es importante tener claro que todas las recomendaciones son dinámicas. A día de hoy ya tenemos una seguridad, después de dos años, en el manejo de esta enfermedad y a pacientes oncológicos. Pero tendremos que actualizarlas según vaya evolucionando la pandemia".

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