La sanidad innovará o no será. Es lo que defendían los ponentes de la jornada organizada por el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS) el pasado 21 de septiembre. El encuentro, que la mayoría de especialistas pudo seguir sólo de forma virtual por el formato adaptado a la pandemia de la Covid-19, contó con la colaboración de importantes instituciones farmacéuticas como Farmaindustria y la Federación Española de Empresas de Tecnologia Sanitaria (FENIN). En ella, se abordó de forma clara qué se necesita para una mejor sanidad a través de tres ejes fundamentales: investigación, desarrollo e innovación. Pero fue esta última la que suscitó más interés ya que se concretaba para los participantes en una adaptación a nuevos sistemas de gestión de la información y la optimización de los avances.

Y es que para Nieves Segovia, Presidenta de la Institución Educativa SEK, era la ocasión ideal para el "debate sobre la innovación y nuevos sistemas de gestión" del sistema sanitario. En efecto, es las nuevas maneras de gestionar la sanidad donde los asistentes pusieron el foco. Una gestión que, según explicaba, se base en la integración en la sanidad de los valores de "humanización, el conocimiento y la tecnología". El objetivo es claro: "favorecer la innovación de forma ágil para que llegue cuanto antes a los pacientes, que sea capaz de aportar valor y de afrontar los grandes retos del sistema sanitario" -explicaba Mª Luz López-Carrasco, Presidenta de FENIN, en el inicio de la jornada- con el fin de "lograr una mayor supervivencia y calidad de vida de los pacientes".

Según Juan Abarca, Presidente de la Fundación IDIS, en España "retrocedemos y suspendemos en innovación a pesar de que tengamos buena nota en aspectos como la digitalización o la sostenibilidad ambiental", claves en esta materia. A pesar de que el desarrollo en Europa ha crecido con cierta lentitud, en los últimos años se han hecho esfuerzos por apostar por la innovación, pero en España la situación es un poco más complicada: "uno de los principales retos es el acceso a la innovación, en particular a su financiación", decía Abarca y lamentaba que en nuestro país cuesta innovar, "sobre todo en las inversiones más caras". En este sentido explicaba que "un país moderno no es un país que innova sino en el que la innovación es motor de crecimiento", y por ello veía necesario que se favorecieran las nuevas soluciones a partir de cinco ejes: mejorando los esfuerzos de implementación de estos cambios, aprendiendo a medir su valor, reduciendo la burocracia, invirtiendo en la cultura de la innovación y aumentando la financiación, cosa que repercutiría en la mejora del PIB.

Sin duda, la visión más clara de la necesidad de mejoras sobre la adquisición de datos médicos la puso `La era digital en la sanidad´, ponencia en la que Marta Villanueva, Directora General del IDIS, quiso contextualizar la velocidad a la que la sociedad se ha adaptado y sigue adaptándose a los nuevos contextos digitales. "Las predicciones de adopción de un smartphone para 2025 serán de un 85%: ya no podemos dar la espalda a la digitalización", decía Villanueva durante su explicación a modo de ejemplo de la conectividad a la que el sistema sanitario debe adaptarse. "Nos tendremos que dotar de esa información precisa en consonancia con lo que esta era digital exige", decía a este respecto, y remarcaba que "tenemos que evaluar los riesgos y las oportunidades de que la era digital ya está aquí", también para los profesionales de la salud. A propósito de esta cuestión, destacaba la creciente aceptación de la telemedicina, y que según una encuesta desarrollada por IDIS, casi la mitad de los consultados aceptaba reducir al mínimo las visitas al médico, intercambiándolas por un seguimiento online de sus propios marcadores biométricos como paciente. Gracias a la tecnología, decía, "estamos viviendo ya la gestión de la propia enfermedad" por parte de los pacientes, y puso como ejemplo que "en la época de la Covid 19 la atención telemática de la medicina creció un 153%". "Habrá que hacer una reingeniería de procesos, porque el futuro del sector salud ya está aquí", sintetizó.

Por otro lado, la mesa redonda `La investigación biomédica, palanca para la salud y la competitividad en España´, moderada por Humberto Arnés, Director General de Farmaindustria, incidió en la parte más relacionada con la investigación. Los ponentes destacaron la importancia de complementar los buenos resultados de la búsqueda de nuevas soluciones médicas con un mejor aprovechamiento de las mismas. Y es que pocos dudan de los buenos resultados de la investigación en sí en el país, tal y como remarcaba Jesús García-Foncillas, director del Professorship on Molecular Individualized Medicine en la Universidad Autónoma de Madrid: "creo que, con mucho esfuerzo y falta de financiación, estamos posicionando la investigación biomédica en los primeros puestos a nivel internacional". En este sentido, Ángel Carracedo, Coordinador del Grupo de Medicina Genómica de la Universidad de Santiago de Compostela, decía que "se está desaprovechando mucho conocimiento del sector académico" por la falta de una financiación que, decían, debería venir de la colaboración con la industria. "La conexión de la empresa con el entorno académico es imprescindible porque lo que hace es alumbrar por qué vías podemos aprovechar ese medicamento", añadía García-Foncillas.

La falta de colaboración entre los dos ámbitos provocaba, según el investigador de la Autónoma de Madrid, que haya casos en los que es el mismo paciente el que sale perjudicado: "hay pacientes a los que les estábamos dando un beneficio porque estaban participando en el ensayo, se para el ensayo clínico y tardamos un tiempo que no es de recibo hasta que se el fármaco entra en el mercado", ponía como ejemplo. Por eso, su compañero de la Universidad de Santiago decía que "fallamos en la traslación" y aplicación práctica de la investigación para el grueso de los pacientes, con grandes huecos de tiempo en los que nadie puede beneficiarse de esa nueva solución médica. Un problema que es imperativo solucionar, decían. Por ello, apostaban por potenciar la participación de los grupos de investigación en los hospitales.

Por otro lado, esta innovación para los ponentes tenía que culminar más allá de la investigación en sí misma, por ejemplo en la aplicación. En este sentido, Carracedo aseguraba que "el futuro de la medicina del futuro y del presente es la medicina y biomedicina de precisión", basada en el análisis de datos genéticos y clínicos de cara a la aplicación del tratamiento a partir de biomarcadores, y se concentre su actuación en base a ciertos aspectos concretos. Sobre ello, García-Foncillas añadía el importante papel de la industria en la ecuación, y aseguraba que "es gracias a la empresa farmacéutica que podemos hacer análisis de biomarcadores en la mayoría de hospitales de este país; estamos intentando que la administración se haga eco de esta necesidad, pero lleva tiempo".

Por último, para Begonya Nafría, Patient Engagement in Research Area del Institut de Recerca Sant Joan de Déu, este cambio de mentalidad debe hacerse también más allá de los profesionales médicos. Ella remarcaba la importancia de trasladarlo al trato con los pacientes: "necesitamos innovación desde el punto de vista terapéutico, porque hay muchas enfermedades que necesitan innovación en el tratamiento, pero también en la colaboración de los pacientes". Y es que, al igual que pasaba con la adopción de nuevos sistemas de gestión de los datos clínicos de los pacientes sugeridos por Villanueva, la participación de los propios pacientes en el proceso médico fue uno de los leitmotivs de la innovación propuesta para esta "nueva medicina".