Científicos de diversos centros de investigación japoneses han descubierto que la administración de betaína a una dosis 3 veces superior a la habitualmente hallada en los suplementos alimenticios, restablece el comportamiento normal en ratones portadores de una sola copia del gen KIF-3. Esta alteración genética refleja un tipo común de ...
Científicos de diversos centros de investigación japoneses han descubierto que la administración de betaína a una dosis 3 veces superior a la habitualmente hallada en los suplementos alimenticios, restablece el comportamiento normal en ratones portadores de una sola copia del gen KIF-3. Esta alteración genética refleja un tipo común de esquizofrenia causada por una deficiencia en el transporte de la proteína CRMP2 y la subsiguiente hiper-ramificación de las neuritas.
La acción de la betaína sobre CRMP2 resultó en un aumento favorable de la reorganización de la F-actina, proteína esencial en el mantenimiento de la estructura y morfología celular nerviosa.
Nobutaka Hirokawa, investigador en la Universidad de Tokio y director del estudio, afirma que la betaína a las dosis usadas compensa la deficiencia de KIF-3 en el córtex prefrontal, una alteración también observada en pacientes esquizofrénicos. Este suplemento previno, además, la carbonilación de CRMP2, un tipo de estrés químico que contribuye a la disfunción de esta proteína.
Otros estudios han demostrado que los niveles de betaína en el cerebro de los esquizofrénicos son bajos, lo que afianzaría aún más la noción de que este suplemento puede ofrecer beneficio en estos pacientes.