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Una pandemia, cientos de gestiones

Cada país ha afrontado la gestión de la pandemia como ha podido, sabido o creído. Algunos con más éxito que otros. De lo que no hay duda, sin embargo, es de que todos han tenido que enfrentarse a una situación compleja que ha superado cualquier previsión.

02/03/2021

Diciembre de 2019, Wuhan (China). Se reportan los primeros casos de una neumonía desconocida que el 11 de marzo de 2020 pasará a ser considerada pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus SARS-CoV-2 irrumpe en nuestras vidas de una forma drástica, caótica y apocalíptica. ...

Diciembre de 2019, Wuhan (China). Se reportan los primeros casos de una neumonía desconocida que el 11 de marzo de 2020 pasará a ser considerada pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El virus SARS-CoV-2 irrumpe en nuestras vidas de una forma drástica, caótica y apocalíptica.

Llevamos más de un año, que sepamos, con este virus entre nosotros. Los países han tenido que hacer frente a situaciones límite y cada uno de ellos ha gestionado la pandemia de la manera que creía más conveniente. Confinamientos selectivos, confinamientos totales, inmunidad de rebaño, cierre de colegios y de servicios no esenciales, toque queda… No ha habido una fórmula mágica que haya funcionado para todos los países. Las medidas tomadas han sido variopintas a lo largo del globo terráqueo, algunas con más éxito que otras.

A continuación, analizamos las estrategias llevadas a cabo por algunos países del mundo, su impacto y sus consecuencias.

Asia y Oceanía

China. China, el país que hasta la fecha es considerado el origen del coronavirus, tras intentar tapar el brote, decidió actuar con firmeza y rapidez. El 23 de enero el gobierno chino decidía aislar completamente Wuhan, una ciudad en la que viven 11 millones de personas. Una medida recibida con estupor en el resto del mundo, y que, tal y como señaló Gauden Galea, representante de la OMS en el país, "suponía una medida sin precedentes en la historia de la Sanidad Pública". El encierro se produjo unos días antes del tradicional Año Nuevo Chino, que supone el desplazamiento de millones de habitantes. Las autoridades querían, de esta manera, evitar movimientos innecesarios. El confinamiento se terminó extendiendo a otras regiones de la zona, llegando a confinarse 56 millones de habitantes. Bajo estrictas medidas de seguridad, el confinamiento se alargó hasta el 8 de abril, tras unos días sin detectarse contagios locales ni muertes.

El país, como irían haciendo todos los países a medida que la pandemia se extendía, cerró sus fronteras a los extranjeros. A fecha de hoy, solo se puede entrar en China por motivos justificados, y al llegar se debe de hacer una cuarentena en un hotel de la ciudad. En China han hecho uso de las tecnologías para controlar a la población, evitar sus desplazamientos y saber con quién han tenido contacto, para así, facilitar el rastreo. Asimismo, al gobierno chino tampoco le tembló el pulso en junio cuando se detectó un nuevo brote en Pekín, cerrando el mercado mayorista de Pekín y confinando once distritos de la ciudad. Y es que el Gobierno ha decretado que todas las ciudades de menos de 5 millones de habitantes tienen que poder hacer pruebas a toda la población en dos días; y las de más de 5 millones, entre tres y cinco días. Según las cifras oficiales, en China ha habido 87.706 casos y 4.634 muertes, aunque lo más probable es que estas cifras no sean totalmente ciertas. Pese a ello, parece que la estrategia de cerrar ciudades y realizar tests de cribaje masivos cuando los casos del coronavirus eran todavía pocos ha servido al país para contener el virus en mayor medida.

Tailandia. El continente asiático fue el primero en reportar casos nuevos de coronavirus fuera de las fronteras de China. En concreto, Tailandia fue el primer país en confirmar un caso de Covid-19, a principios de enero. El país, desde ese mismo día, tomó la temperatura a todos los pasajeros que llegaban al aeropuerto. Con unos 400 casos, se decretaron las primeras limitaciones de movimiento, para al cabo de unos días, decretar un estado de alarma y un confinamiento que se alargó hasta mayo. A la par, alrededor de un millón de voluntarios rastrearon los contactos, además de concienciar a la población acerca de las nuevas medidas que se habían adaptado. Un año después, el país ha tenido poco más de 10.000 contagiados y 67 fallecidos.

Vietnam. Algo parecido pasó en Vietnam, que cerró sus fronteras con China, además de establecer controles sanitarios en sus aeropuertos. Asimismo, se contrataron un gran número de rastreadores, antes de que la pandemia llegase a más en el país, para poder detectar todos los casos. Lo que al principio se vio como una reacción exagerada, al final ha sido un salvavidas para un país que cuenta con una alta densidad de población y con núcleos urbanos masificados. A 27 de enero de 2021, Vietnam solo había registrado 1.551 casos y 35 muertes.

Nueva Zelanda. En las antípodas, Nueva Zelanda también ha tenido un buen desempeño en el control de la pandemia. Lo ha hecho de manera "dura y rápida" (go hard, go early), pero le ha servido para estar dos meses sin contagios, desde noviembre hasta enero de 2021, cuando se ha detectado un caso de la cepa sudafricana. En el país cerraron se cerraron fronteras rápidamente, hubo medidas estrictas de cierres, cuarentenas tras salir del país, pero principalmente se apostó por la elaboración de una gran cantidad de test entre una población concienciada. En agosto se detectó un brote en la capital, Auckland, los primeros casos de transmisión local en 100 días. Al día siguiente, el gobierno puso en fase 3 a la ciudad, lo que supuso restricciones en las reuniones, se impuso el teletrabajo y se cerraron centros como gimnasios, piscinas, museos o mercados. En este tiempo, el país ha registrado 2.295 casos, y tan solo 25 muertes. De hecho, dato interesante, Nueva Zelanda ha conseguido reducir la mortalidad en 2020.

Corea del Sur. Corea del Sur también ha tenido en común con Nueva Zelanda la apuesta por la realización de muchos tests, lo que le permitió, en la primera ola, evitar el confinamiento de su población. Según el estudio llevado a cabo por Jongeun You, de la Universidad de Colorado Denver (EE UU), los motivos del éxito del país asiático se encontrarían en el éxito de los planes nacionales de enfermedades infecciosas, pero también en la correcta colaboración con el sector privado, un sistema sanitario adaptable, una correcta campaña de comunicación por parte del gobierno y un riguroso rastre de los contactos de pacientes de Covid-19. Además, la estructura homogénea del país y de la sociedad hizo que las medidas establecidas tuvieran un mayor cumplimiento, además de la apuesta por la tecnología en el control de la misma.

Japón. El país del sol naciente está viviendo la tercera ola del coronavirus de una manera más grave que las otras dos olas. Sin embargo, el Gobierno del país no ha llevado a cabo medidas restrictivas que pudiesen dañar a la economía, al igual que tampoco ha optado en ningún momento por el confinamiento domiciliario de la ciudadanía. Las autoridades del país han puesto el énfasis en recomendaciones a la ciudadanía y a las empresas, además de restricciones a los viajeros que llegan al país.

En definitiva, los países asiáticos, en general, parece que han sabido contener mejor la expansión del virus. El éxito puede residir en la mentalidad oriental, en la que el colectivo prima por encima del individuo, la confianza hacia las autoridades y el gobierno, o en el simple hecho de que la mascarilla ya formaba parte de la vida de millones de personas antes de que el coronavirus apareciese.

África

A diferencia de lo que se podía esperar en un principio, la pandemia en África no ha tenido la magnitud que ha alcanzado en continentes como Europa o América. El coronavirus podía ser mortal para un continente que, en términos generales, cuenta con débiles, mal financiados y sobrecargados sistemas de salud. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. A finales de septiembre, cuando el mundo superaba el millón de muertos oficiales por Covid-19, África solo reportaba 35.954 de estas defunciones.

Tal y como señalan Kevin Marsh, profesor de Medicina Tropical de la Universidad de Oxford, y Moses Alobo, gerente de programa para Grandes Desafíos de África de la Academia Africana de Ciencias, los motivos de este menor impacto pueden ser diferentes. Pese a que en algunos países sí que ha habido una elevada transmisión, la mortalidad ha sido menor que en nuestro continente. Esto, por una parte, podría deberse a que la media de edad de la población africana es menor. Y, como se sabe, el coronavirus afecta más gravemente a personas de mayor edad.

Además de cuestionar la fiabilidad de los datos y los registros que se tienen, los académicos también valoran otras opciones plausibles como pude ser la diferencia climática. Las altas temperaturas y la humedad de algunas zonas del continente podrían ayudar a una menor transmisión del virus. Asimismo, también inmunidad preexistente, factores genéticos o diferencias de comportamiento podrían haber afectado a la menor propagación del virus.

Senegal. Senegal ha sido uno de los países que ha recibido la felicitación por parte de la OMS por su gestión de la pandemia. En este país, las autoridades cerraron las fronteras con antelación, tan solo días después de registrarse los primeros casos Se cerraron, además, colegios, mezquitas y se impuso el toque de quedar nocturno. Y no solo eso, en un país que se suele encontrar en la parte más baja de las estadísticas en los índices de desarrollo humano y económico, el Gobierno aisló a los posibles contactos de casos positivos en hoteles.

Sudáfrica. A finales de 2020, Sudáfrica se ponía en el punto de mira mundial por la aparición de una nueva variante de coronavirus surgida en sus fronteras. Es conocida como 501.V2 y la identificó un equipo de genetistas liderado por la Plataforma de Secuenciación e Innovación en Investigación de Kwazulu-Natal (Krisp). Parece que esta nueva variante es la causante de la segunda ola en Sudáfrica y en el continente africano. No obstante, todo apunta a que es un 70% más contagiosa. Solo en el mes de diciembre, la tasa de infección se duplicó en el país. Aproximadamente, uno de cada tres casos de coronavirus en África es sudafricano. Este incremento de casos ha traído consigo nuevas restricciones en el país africano, como el cierre de playas públicas o la venta de alcohol. Sin embargo, señalan los expertos, la débil economía africana no se puede permitir un nuevo confinamiento, como sí hizo durante la primera ola. Actualmente, rige el toque de queda, la distancia social de 1,50 metros y el cierre de fronteras.

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