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El suicidio es más prevalente entre los médicos que en la población general, sobre todo en las mujeres

Un estudio sobre el suicido en la profesión médica, y otro sobre los efectos del confinamiento en la salud mental, son algunos de los proyectos de investigación pioneros que exponen sus conclusiones en el XXIII Congreso de Psiquiatría.

29/10/2020

El ejercicio de la medicina ha experimentado importantes cambios desde sus inicios hasta la actualidad. Pero también han significado de algún modo un estrés psicosocial para los profesionales médicos. Tanto es así, explica María Irigoyen Otiñano, psiquiatra del Hospital Santa María de Lérida que desde hace años se habla ...

El ejercicio de la medicina ha experimentado importantes cambios desde sus inicios hasta la actualidad. Pero también han significado de algún modo un estrés psicosocial para los profesionales médicos. Tanto es así, explica María Irigoyen Otiñano, psiquiatra del Hospital Santa María de Lérida que desde hace años se habla del síndrome de burn out, caracterizado por el agotamiento emocional, la falta de gratifación personal y la despersonalización del personas. Esta patología está relacionada con los profesionales de la medicina desde estadíos formativos, ya los estudiantes lo presentan. De hecho, el desgaste inicial durante la carrera de medicina con cifras mundiales del 45% sin variabilidad en cuanto al sexo. En España, estas cifras son más baja: 14,8% en los estudios de 3º curso pero hasta un 37,5% en los estudiantes del último curso. Números que sin duda "deben inquietar".

"También sabemos que el cansancio laboral se relaciona con el agotamiento, la falta de interés en el trabajo, sensación de falta de efectividad, etc. La sintomatología depresiva es altamente prevalente en la profesión médica. Se sabe que el porcentaje de burn out es aproximadamente del 50% y algunas especialidades son más proclives a ello, como la AP o los urgencíologos", expone. Y no cabe duda que también está presente la depresión. "Ya en los en los estudiantes de medicina existe una prevalencia del 27% de síntomas depresivos y entre los facultativos, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres por la feminización de la medicina. La depresión se asocia con errores médicos y con una atención menos óptima".

Estudios clásicos de EE UU pioneros sobre la longevidad y morbi-mortalidad norteamericanos, revelaron que la tasa de suicidios de las médicas fue cuatro veces mayor que en las mujeres en la población general. Otros estudios concluyen que estas cifras se ven también en diferentes países y entornos culturales, indicando una cierta globalización de este malestar. Asimismo, estudios mucho más recientes revela que hasta un 23% de médicos han presentado ideación suicidas, mientras un 1% lo han intentado alguna vez. Datos que sin duda nos tienen que poner sobre aviso y ser conscientes de la gravedad.

Haciendo caso a estas evidencias internacionales y multiculturales, el Consejo General de Colegios de Médicos decidió poner en marcha el `Estudio de suicidio en la profesión médica: 10 años de observación´, junto al Instituto Nacional de Estadística para averiguar si en España también hay una tasa de suicidios en médicos mayor que en la población general e intentar establecer las causas.

En los resultados, expone Irigoyen, "encontramos que entre los médicos hay una mayor tasa de muertes por causas externas (4%) que en la población general (3,5%). Al desglosarlos por géneros, los médicos varones presentan una mortalidad por suicidio del 28,9% y los hombres de la población general. 27,4%. En cambio en las mujeres, la diferencia es de 8,6%, un 45,8% para las mujeres médicas respecto a un 38,2 de las mujeres de la población general. Se concentra a priori entre los 30 y 39 años, pero en el caso de los médicos varones la franja con mayor porcentaje se encuentra entre los 50 y los 57 años".

Así pues, "se puede concluir que en España, este estudio demuestra que es más prevalente el suicidio en la profesión médica, sobre todo en las mujeres. Estos hallazgos obtenidos sugieren que hay que profundizar en la prevención de la conducta suicida en la profesión médica e implementar las medidas específicas para ello".

Confinamiento y salud mental

Durante la misma sesión del evento se ha presentado también una investigación sobre los `Efectos de las medidas de confinamiento en la salud mental en una cohorte de pacientes en Madrid: monitorización vía smartphone pre y post COVID-19´. El investigador Alejandro Porras, científico de la Fundación Jiménez Díaz, explica que el objetivo del proyecto es mostrar como un nuevo sistema de exploración como el EMA puede en determinadas circunstancias dar una información muy valiosa.

"Como todos sabemos el covid-19 está poniendo a prueba la salud mental de los más vulnerables. Uno de los efectos del confinamiento es que se han interrumpido las investigaciones presenciales. Sin embargo las nuevas tecnologías nos permiten seguir una monitorización durante el confinamiento y analizar qué es lo que ha ocurrido. Eso es lo que ha hecho el equipo con dos aplicaciones".

La primera es la aplicación miMind que administra una evaluación EMA haciendo varias preguntas al paciente cada día sobre pensamientos negativos, calidad del sueño, apetitos e ideas de muerte. "Nuestra muestra corresponde a 35 pacientes de los que tenemos datos antes y durante el confinamiento", explica Porras. "Lo primero que vemos es que las respuestas totales sufren cambios durante el confinamiento, en tres de ellas, significativos: el nerviosismo, que aumenta casi el doble; las ideas de muerte descienden a la mitad; y el despertar precoz disminuye también a la mitad, es decir, las personas tienden a levantarse a una hora más tardía".

Pero además, continúa el experto, se pueden ver los perfiles de comportamiento, es decir, el modo en el que las variables tienden a agruparse adoptando valores alterados a la vez. "En este caso hemos encontrado cuatro perfiles característicos, dos de ellos caracterizados por un enorme deseo de muerte. Hemos observado que durante el confinamiento han disminuido estos dos perfiles. Todo esto puede parecer contraintuitivo, pero es un fenómeno que ya se ha observado con anterioridad. Durante los periodos de guerra el sujeto está más volcado con el conflicto externo y menos en el interno, como también se detectó durante los meses posteriores al 11-S".

La otra aplicación es la eB2, que hace una monitorización pasiva. Usa los sensores externos del teléfono para registrar la actividad física, el uso del smartphone, y además monitoriza de forma activa el humor mediante la elección diaria de emojis. En este caso la muestra corresponde de 323 de los que tenían datos antes y durante el confinamiento.

En este caso, en los primeros meses de la pandemia la actividad física bajó de forma brusca a costa de los pasos que se daban fuera de casa, algo que puede tener grandes consecuencias psíquicas. Por otro lado, el uso del smartphone también aumenta por el uso de las apps sociales.

En cuanto a como avanza el humor, han hecho un cómputo de las emociones positivas y las negativas. "Antes del confinamiento el humor no es estable, pero cuando se declara el estado de alarma hay un descenso brusco. Después se estabiliza y finalmente vuelve a bajar", aclara.

Por todo ello, la conclusión que saca el investigador es que "estas aplicaciones nos permiten mantener la monitorización durante el confinamiento, y también pueden ser una herramienta muy útil para administrar tratamientos".

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