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El Covid-19 aumenta la demanda de vitrificación de óvulos

Muchas mujeres han pensado que, ante la incertidumbre en relación con una segunda oleada del coronavirus, lo mejor es preservar su maternidad.

24/09/2020

"Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas". Esta frase de un prestigioso economista americano, nacida en el seno de una crisis financiera global, bien podría aplicarse a la maternidad en tiempos de la Covid-19. O, al menos, a la maternidad mediante reproducción asistida. Si algunas mujeres tenían dudas sobre la conveniencia de ...

"Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas". Esta frase de un prestigioso economista americano, nacida en el seno de una crisis financiera global, bien podría aplicarse a la maternidad en tiempos de la Covid-19. O, al menos, a la maternidad mediante reproducción asistida.

Si algunas mujeres tenían dudas sobre la conveniencia de tener un bebé o sobre el momento en el que acometer ese proyecto de vida, la violenta irrupción del virus en marzo de 2020 parece haber inclinado la balanza hacía el sí. Según explican desde Clínicas EVA, han aumentado tanto la demanda de información como de realización del tratamiento en sí de la vitrificación de óvulos.

La preservación de la maternidad, en caso femenino, se lleva a cabo, efectivamente, mediante la vitrificación, un tratamiento que consiste en extraer las células reproductivas, los óvulos si hablamos de la mujer, con el fin de mantenerlos congelados para, cuando se desee poder ser fecundados en un laboratorio.

Se podría decir que se trata de una maternidad en diferido, que los ginecólogos recomiendan en casos de enfermedades como la endometriosis, el cáncer o los ovarios poliquísticos. Además, en la última década, la preservación de los ovocitos se ha convertido en una garantía de seguridad para quienes no pueden ponerse manos a la obra con el embarazo por cuestiones personales o sociolaborales.

En el caso del Covid-19, el confinamiento ha supuesto un revulsivo para acudir a las clínicas de fertilidad. El tiempo que hemos pasado aislados, más centrados en nuestra vida privada, ha influido a la hora de reflexionar sobre nuestras verdaderas necesidades, algo que siempre ocurre ante la cercanía de la enfermedad y la muerte. Asimismo, añaden desde EVA, algunas pacientes han consolidado sus relaciones durante los meses que han pasado junto a sus parejas en casa.

Quienes tenían una economía saneada, en el momento de estallar la crisis sanitaria, por otro lado, han decidido destinar un presupuesto en principio destinado al gasto de ocio y veraneo en otros asuntos, como es el caso de los tratamientos de fertilidad.

Estas técnicas, que ayudan a nacer a 370.000 niños en España, según datos de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), interrumpieron su actividad a comienzos de la pandemia. Por motivos obvios, con el fin de preservar a profesionales médicos y pacientes de posibles contagios, y para ayudar al sistema sanitario con la cesión de equipos médicos y profesionales.

Las clínicas se mantuvieron abiertas sólo con el fin de finalizar los ciclos de fecundación in vitro ya en curso. Esta circunstancia, ver cómo la solución de la reproducción asistida para ser padres se "esfumaba" en apenas días, ha predispuesto también a acudir durante este verano de la nueva normalidad a los centros especializados.

La vitrificación de óvulos, explica Fulvia Mancini, directora médica de estas clínicas, se realiza sine die, lo que posibilita su posterior implantación hasta los 50 años, fecha límite en la que lo permite la legislación española. Señala la doctora que sería tan útil como necesario informar a las mujeres en las revisiones ginecológicas periódicas de que existe esta posibilidad, no sólo para los casos antes mencionados, sino porque también puede producirse el envejecimiento ovárico prematuro. La llamada menopausia precoz supone que una mujer se encuentra con que, en su período de edad más fértil, entre los 20 y los 25 años, ya no disponga apenas de óvulos suficientes para congelar.

Por último, los expertos de EVA recuerdan que la vitrificación de óvulos es una de las técnicas que luchan contra la infertilidad y que hace posible, a la vez, ciertas certezas sobre la salud del bebé. La congelación de los óvulos facilita, a su vez, "congelar el tiempo". El estado de los óvulos que se van a emplear en la gestación será el que tenían cuando se criogenizaron a -196 grados, temperatura a la que se guardan, y no en el momento en el que se implantan para formar un embrión. Si esa conservación se ha llevado cuando la mujer tenía 28 años, la edad genética de los óvulos será esa, 28 años.

Esas certezas sobre la salud del futuro bebé se basa también en el DGP, el diagnóstico genético implantacional, que detecta y permite destacar los embriones con anomalías cromosómicas como las presentes, por ejemplo, en el Síndrome de Down.

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