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El estudio Kids Corona muestra una baja tasa de contagio en los casales de verano

La plataforma Kids Corona, que el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona puso en marcha el pasado mes de abril sigue dando respuestas para conocer mejor cuál es la incidencia, afectación y capacidad de transmisión de la COVID-19 en niños y embarazadas.

26/08/2020

El Hospital Sant Joan de Déu ha llevado a cabo durante cinco semanas un estudio de investigación en 22 casales de verano del área de Barcelona recogiendo de forma sistemática muestras de 1.905 participantes que han desarrollado sus actividades en un entorno de convivencia similar al de una escuela. Aparte, también ...

El Hospital Sant Joan de Déu ha llevado a cabo durante cinco semanas un estudio de investigación en 22 casales de verano del área de Barcelona recogiendo de forma sistemática muestras de 1.905 participantes que han desarrollado sus actividades en un entorno de convivencia similar al de una escuela.

Aparte, también se han estudiado otros grupos de convivencia de otros campamentos donde uno de los niños o el monitor habían sido diagnosticados de COVID-19, llegando a más de 2.000 participantes en el estudio.

Se trata de uno de los estudios más amplios que se han realizado a nivel internacional para responder a la pregunta: ¿Cómo transmiten los niños el coronavirus SARS-CoV-2 a otros menores o a adultos?

La iniciativa se ha financiado gracias a importantes donaciones privadas, ha representado el despliegue de un equipo de más de 60 profesionales y ha implicado a varios expertos nacionales e internacionales en su diseño y seguimiento, como el BIOCOMSC de la Universitat Politècnica de Catalunya, el ISGlobal o el Centre de Regulació Genòmica.

Además, se ha desarrollado en coordinación con el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya siguiendo su línea de actuación relativa a la COVID-19 y los niños.

Número básico de reproducción empírico local del 0,3

Durante las cinco semanas, el trabajo de investigación ha identificado un total de 39 casos índice (de nueva aparición): 30 niños y 9 monitores. Los 30 casos pediátricos han tenido contacto con 253 niños y niñas durante los casales (pertenecientes a sus grupos estables de convivencia), 12 de los cuales (4,7%) han sido contagiados (positivos secundarios), lo que representa un número básico de reproducción local (R0) del 0,3. Esta tasa es casi seis veces más baja que la que presentaba la población general (1,7 a 2) en el momento de hacerse el estudio en las áreas donde estaban ubicados los campus de verano, medida por el número básico de reproducción (R0).

La mayor parte de los casos índice pediátricos detectados (22) no han transmitido ninguna infección en los casales. Cinco casos índice lo han transmitido a un contacto, dos a dos contactos y uno a tres contactos.

Las actividades se han desarrollado en un entorno similar al de una escuela, implementando medidas básicas de contención de riesgo: lavado de manos frecuente, grupos "burbuja" reducidos, uso de mascarilla y actividades principalmente al aire libre.

En cuanto a las edades de los niños analizados, cabe decir que, en el presente estudio, los más pequeños (menores de 12 años) han mostrado la misma capacidad de transmisión de la enfermedad que los mayores (de 13 a 17 años).

Los grupos "burbuja" son eficaces para contener la transmisión de COVID-19

"La distribución de niños y niñas en grupos ´burbuja´, tal como se ha hecho en los casales de verano, se ha mostrado eficaz para contener la transmisión de la infección, para facilitar la trazabilidad de los contactos y para permitir la cuarentena selectiva", apunta la investigadora principal del estudio, Iolanda Jordan, y añade: "esto no excluye que un sistema con grupos más grandes no pueda funcionar correctamente".

Igualmente, destaca que el hecho de lavarse las manos de forma protocolizada cinco o más veces al día se ha asociado a una disminución en la transmisión de enfermedad.

Finalmente, el estudio muestra que existe una alta correlación entre la incidencia de la infección en la población general y el número de casos índice detectados en los centros de la misma zona, lo que demuestra que los participantes en actividades de verano no han sido grandes transmisores de la enfermedad y que el cribado proactivo en áreas de alta incidencia puede ser muy efectivo.

Las pruebas PCR en saliva son fiables y bien aceptadas

En cuanto a las pruebas que se han hecho a los participantes en estos campamentos de verano, se destaca que los tests PCR en saliva son fiables y mejor aceptados que las pruebas nasofaríngeas.

Este hecho es especialmente relevante para las personas a las que se les debe repetir a menudo la prueba y especialmente para los niños y niñas.

Según Iolanda Jordan, "nuestro trabajo, en definitiva, da pistas para abrir las escuelas en septiembre de una forma segura y controlada, aplicando medidas como las que se han implementado en los casales de verano, es decir, con grupos ´burbuja´, utilización de mascarilla y lavado de manos frecuente". Además, afirma que "de esta manera, se conseguirá mantener la transmisión de la infección a niveles muy bajos y garantizar el funcionamiento normal de la mayoría de las escuelas".

Limitaciones del estudio

Los investigadores ponen de manifiesto que esta investigación cuenta con algunas limitaciones a la hora de extrapolar sus resultados. Destacan que el seguimiento se ha hecho en un tiempo reducido (cinco semanas) y que los resultados provienen de pruebas PCR, pero que aún están pendientes de los test serológicos que podrían provocar alguna variación. También se ha realizado un seguimiento clínico a los contactos para detectar posibles falsos negativos.

También hay que tener en cuenta que la mayor parte de las actividades de los campus de verano se han hecho al aire libre y con grupos pequeños, de forma que los resultados no son directamente extrapolables a otras condiciones.

Estudios anteriores sobre la incidencia y afectación de la COVID-19

Durante los pasados ​​meses de abril y mayo, los investigadores de la plataforma Kids Corona investigaron sobre la incidencia y afectación de la COVID-19 en niños y embarazadas. Estudiaron 411 familias con un total de 724 niños en las que al menos uno de los progenitores había tenido la enfermedad.

Además, analizaron los casos de niños y niñas atendidos en el Hospital Sant Joan de Déu con un diagnóstico confirmado de COVID-19 o síntomas compatibles con esta enfermedad, así como las embarazadas atendidas en Sant Joan de Déu y en los hospitales de Sant Pau y Clínic.

Las pruebas serológicas que se hicieron en estos hogares permitieron a los investigadores descubrir que un 17,5% de los niños que habían convivido con un padre o madre enfermo de COVID-19 también habían contraído el virus. Es un porcentaje muy parecido al que se identificó en los adultos que habían estado en contacto con un conviviente infectado (18,9%).

Esto llevó a los investigadores a concluir que los niños se infectan igual que los adultos cuando están expuestos a una fuente de infección. Pero la enfermedad se manifiesta mucho más leve en los niños y niñas que en los adultos, ya que más del 99% de los menores no mostraban síntomas o estos eran poco importantes.

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