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"Merece la pena individualizar y no guiarse por el mismo tratamiento para todos los pacientes"

La enfermedad tromboembólica venosa arroja una serie de luces y sombras en el campo de la neumología, ya que existen diversos estudios de prevención oncológica para evitar que el paciente tenga un evento, pero no están enfocados solamente a cáncer de pulmón, sino a todo tipo de tumores.

14/06/2019

"Es la tercera causa de muerte de origen cardiovascular, después del ictus y del infarto… Prevenirla y tratarla es importante. En el paciente oncológico tanto por el propio tratamiento, como por la propia enfermedad o por el reposo que hace el enfermo en el contexto de la quimio o de ...

"Es la tercera causa de muerte de origen cardiovascular, después del ictus y del infarto… Prevenirla y tratarla es importante. En el paciente oncológico tanto por el propio tratamiento, como por la propia enfermedad o por el reposo que hace el enfermo en el contexto de la quimio o de la cirugía, se producen muchos trombos en las piernas y esos son los que acaban migrando al pulmón", tal y como apunta Luis Jara Palomares, especialista en neumología en el Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.

El experto reconoce que aún queda mucho por hacer. Aunque existen muchos estudios internacionales para detectar "cuál es el paciente que se puede beneficiar de un tratamiento preventivo", Jara argumenta que "tienen resultados contradictorios. La mayoría de grupos internacionales están trabajando para poder detectar de forma eficaz aquellos pacientes que deben de tomar el tratamiento para prevenir un evento sin provocar ningún daño para la salud".

Prevención y seguridad

Actualmente existen dos medidas de prevención: la heparina de bajo peso pulmonar, que según explica el neumólogo es "un medicamento que se inyecta de forma subcutánea", y los anticoagulantes de acción directa que "se toman de vía oral y no requieren interacción". Pero hay que ser cautos con el tratamiento, ya que se debe "valorar bien qué tipo de localización de neoplasia tienen los pacientes y, sobre todo, que no haya ninguna interacción con el fármaco que estén tomando" para no intervenir en su proceso oncológico, apunta Jara.

La seguridad está presente en este tipo de fármacos en pacientes "no oncológicos se ha visto que son unos medicamentos muy seguros y si los comparamos con el Sintrom, con los antagonistas de la vitamina k, se ha visto que son iguales de eficaces, pero provocan menos sangrado. En el contexto del paciente oncológico hay que balancear mucho el riesgo beneficio que se ha visto que alguna neoplasia puede sangrar más de la cuenta con este tipo de fármacos y, sin embargo, en otras lo que hace es que previene mucho más que tengan recurrencias en el seguimiento", aclara el profesional.

Metas por conseguir

Su ponencia se centra en las luces y sombras que existen en la enfermedad tromboembólica venosa en pacientes de cáncer de pulmón. Jara lamenta que "en la profilaxis los estudios que se han hecho para prevenir que el paciente tenga un evento es que están presentes todo tipo de neoplasias, no solo aquellas personas que tienen cáncer pulmón sino los que presentan otro tipo de cáncer... El problema que tiene el paciente de pulmón es que el tumor en los primeros meses tiene una incidencia mucho más elevada de trombo y esa presentación hace que su supervivencia disminuya de forma drástica".

En este sentido, el neumólogo incide en la importancia de adecuar correctamente el tratamiento al paciente: "Cuando el paciente con cáncer de pulmón ha tenido una embolia la dificultad está en decidir qué tratamiento es el mejor. Ahora se están posicionando los anticoagulantes de acción directa. Hay en algunos tipos de cáncer que hay que ser cautelosos porque pueden sangrar más y el beneficio no es tanto. Sin embargo, en el cáncer de pulmón es posible que sea una buena medida porque este tipo de fármacos disminuyen el número de recurrencias en el seguimiento. Por lo tanto, protegen más que la heparina".

Por último, Jara concluye su intervención diciendo que "desde el punto de vista oncológico quizás no sea necesario realizar estudios donde se meta a todos la población oncológica de forma diferente, sino que estén representados de una forma significativa para que podamos saber si un medicamento concreto le va a aportar un beneficio sin ningún tipo de riesgo o, por el contrario, merece la pena cambiar a otro".

El experto añade que "en el mundo de la oncología merece mucho la pena que el clínico tenga en cuenta al paciente oncológico cuando realiza una quimio o cuando le damos de alta en una cirugía… Merece la pena que sepamos individualizar y no nos guiemos con el mismo tratamiento para los pacientes que están bien. Hay que sentarse con el enfermo, saber cuáles son sus preferencias y ahondar en el medicamento que estamos aportando".

FOTO PRINCIPAL.: Luis Jara Palomares

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