El paciente de insuficiencia cardiaca se considera de alto riesgo y complejo, además presenta síntomas atípicos, de ahí que sea difícil de detectar y de que evolucione la capacidad funcional del paciente. "Muchos de los pacientes minimizan los síntomas por ejemplo, lo que provoca que exista cierta inercia terapéutica", asegura ...
El paciente de insuficiencia cardiaca se considera de alto riesgo y complejo, además presenta síntomas atípicos, de ahí que sea difícil de detectar y de que evolucione la capacidad funcional del paciente. "Muchos de los pacientes minimizan los síntomas por ejemplo, lo que provoca que exista cierta inercia terapéutica", asegura Sergio García, cardiólogo del Servicio Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
Uno de los aspectos a considerar para abordar esta enfermedad es la comorbilidad porque dificulta el diagnóstico y la evaluación funcional y empeora el pronóstico, lo que se traduce en más rehospitalizaciones y aumento de la mortalidad.
FOTO: Sergio García
Además de este factor decisivo existen otros elementos a tener en cuenta en la evaluación como son la nutrición o la fragilidad. "Estos pacientes presentan una mayor vulnerabilidad, por lo que a veces es efectivo utilizar herramientas como la Fried Scale que mide indicadores como la pérdida de peso o la baja resistencia", añade Sergio García. Otra alternativa es optar por el uso de biomarcadores como pueden ser los péptidos natriuréticos, que incorporan valores influenciados por la edad, la función renal y otras comorbilidades.
En definitiva, es fundamental incluir en la evaluación de estos pacientes una valoración de las comorbilidades y de la fragilidad dentro de la práctica clínica habitual, y se debe aplicar un abordaje multidisciplinar en la evaluación que contemple elementos clave como la fragilidad, la dependencia y la nutrición.