Publicidad
Publicidad

La artritis reumatoide no salva el mercado antirreumático

Pocos mercados como el de los medicamentos antirreumáticos pueden expresar al mismo tiempo la pujanza de un grupo terapéutico, en contraste con las otras clases. Este es el caso de las ventas de los Antiinflamatorios y Antirreumáticos (M01), que analizamos a partir de los datos ofrecidos de manera actualizada por la firma IQVIA.

30/05/2018

Como se aprecia en las siguientes líneas y tablas, el presente análisis recoge al mismo tiempo el auge sostenido de los agentes antirreumáticos específicos (M01C), imprescindibles en el abordaje de la artritis reumatoide (AR), y la progresiva caída de los antirreumáticos no esteroideos (M01A) y las combinaciones integradas de corticoides ...

Como se aprecia en las siguientes líneas y tablas, el presente análisis recoge al mismo tiempo el auge sostenido de los agentes antirreumáticos específicos (M01C), imprescindibles en el abordaje de la artritis reumatoide (AR), y la progresiva caída de los antirreumáticos no esteroideos (M01A) y las combinaciones integradas de corticoides y antirreumáticos (M01B). Implicados todos ellos, en mayor o menor medida, en ayudar a mitigar y sobrellevar los procesos inflamatorios articulares. Cuadros que se prolongan en el tiempo en forma de dolor y discapacidad, con el paradigma de la AR, una patología todavía desconocida por la población general y que aún muchos reumatólogos tienen que llevar de la clínica a la experiencia del paciente.

Comprender mejor la patología

No hay duda de que es necesario que aumente el conocimiento de la AR. Un conocimiento que debe avanzar por tres vías principales. La primera es la del respaldo a la investigación como único cauce para poder tener más y mejores terapias innovadoras. Con especial atención a los pacientes que no consiguen remisión completa, a pesar de estar tratados, y existir un amplio arsenal terapéutico. La segunda vía es la de la difusión social del conocimiento científico, que evite que partes importantes de la población sigan confundiendo la artritis con la artrosis. Un desconocimiento que lleva a muchos pacientes con AR a infravalorar su patología hasta que el dolor y la inflamación resultan insoportables.

En tercer lugar, urge que los profesionales sanitarios, especialmente reumatólogos, sean cada día más conscientes de que hay necesidades personales de los pacientes que están más allá de las pruebas clínicas. Estas carencias y demandas, de difícil cuantificación técnica, impactan de manera directa en la calidad de vida de las personas. Lo que crea en muchos casos una divergencia entre los objetivos terapéuticos y la calidad de vida real que experimentan las personas afectadas.

El papel imprescindible del clínico

En línea con el párrafo anterior, el abordaje de la AR debe conciliar los objetivos terapéuticos del reumatólogo y la voluntad del paciente por mejorar su estado de salud y calidad de vida. Esta necesidad parte de unas visiones y unas distintas proyecciones de futuro sobre la patología que, sin embargo, deben converger. Por un lado, el reumatólogo se afana por detener la progresión radiográfica de la enfermedad. De forma que el paciente registre una puntuación inferior a 2,6 en el indicador DAS28, lo que permite hablar de remisión. Siendo este dato la cuantificación de las articulaciones inflamadas y doloridas que tiene el paciente.

Por su parte, el paciente anhela ver controladas las características de la enfermedad que condicionan severamente su calidad de vida. Entre ellas, están el dolor, la fatiga, la rigidez especialmente matutina y la pérdida de funcionalidad física y mental. Cortapisas a su autonomía personal y desempeño cotidiano que tienen un impacto directo en su situación emocional, sexual, y laboral, con un resultado de insatisfacción general en la mayoría de los casos.

La diferencia entre la labor profesional del reumatólogo y las carencias sentidas por el paciente muestran un saldo desfavorable para el segundo, en términos de necesidades no atendidas. Para cubrirlo, se dispone de los patient reported outcomes (PROs), que incorporan las apreciaciones subjetivas de los pacientes a los ensayos clínicos. Tales PROs son validables, sensibles a variaciones y reproducibles, con lo que enriquecen mediciones clínicas como el número de articulaciones afectadas. Los PROs más habituales son el dolor, la evaluación general del paciente, la autovaloración de su funcionalidad, su fatiga y su calidad de vida en relación con su salud (HAQ).

Tratar a medida

En el terreno de la terapéutica, los ensayos clínicos no son demasiado halagüeños, ya que muestran poco más del 30% de los criterios de remisión en AR temprana. Porcentaje que aun baja al 25% en la práctica clínica. Esto no significa, en absoluto, que esta patología no tenga un amplio arsenal terapéutico. Estos grupos de medicamentos, que todavía no aspiran a curar la enfermedad, tienen como meta eclipsar sus signos y síntomas, mediante indicaciones agresivas y una atenta observación del paciente. Este seguimiento se realiza cada tres meses de enfermedad activa y de manera personalizada. En las consultas se realiza el recuento de las articulaciones afectadas, con el índice DAS28, y se toma nota de otros factores destacables como las comorbilidades.

Cuando el paciente refiere dolor, inflamación y rigidez en Atención Primaria, suele ocurrir que se le prescriban AINEs, antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno y otros), o de inhibidores de la ciclooxigenasa (COXibs), incluso antes de la instauración de cualquier diagnóstico de AR. Estos dos grupos de fármacos, efectivos contra el dolor y la rigidez, con mayor selectividad en los segundos, muestran sin embargo como inconveniente la toxicidad en estómago y riñón, cuando su uso es prolongado.

Para leer el artículo completo, haz clic en el PDF adjunto

Publicidad
Publicidad
Nuestros Podcasts