La administración vaginal de dosis bajas y estrógenos de baja potencia es la de primera elección para la atrofia vaginal posmenopáusica.
Se cree que el uso de un sistema de liberación vaginal minimiza en parte los aumentos en los niveles circulantes de estrógeno con dosis más bajas de estrógenos aplicadas localmente, lo que posiblemente resulte en un perfil de riesgo sistémico más bajo. Se han desarrollado estrógenos vaginales en dosis ultrabajas (≤10 μg de estradiol) en un intento de lograr estos resultados.