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Sólo 15% de los pacientes con Alzheimer responde moderadamente a los tratamientos farmacológicos

Según el Dr. Ramón Cacabelos, hace falta un cambio conceptual en los proyectos de investigación hacia la medicina personalizada de base farmacogenómica.

20/09/2016

A pesar de los enormes esfuerzos acometidos en los últimos años por gobiernos, empresas farmacéuticas y comunidad científica en la lucha contra el Alzheimer, la realidad es que a día de hoy solo un 15% de los enfermos que padecen esta enfermedad responde de manera positiva a los tratamientos farmacológicos ...

A pesar de los enormes esfuerzos acometidos en los últimos años por gobiernos, empresas farmacéuticas y comunidad científica en la lucha contra el Alzheimer, la realidad es que a día de hoy solo un 15% de los enfermos que padecen esta enfermedad responde de manera positiva a los tratamientos farmacológicos desarrollados. Entre este pequeño porcentaje de pacientes, además, los beneficios terapéuticos reportados son más bien moderados. Según el Dr. Ramón Cacabelos, catedrático en Medicina Genómica y presidente de la Asociación Española de Medicina Genómica, las causas que se esconden tras este hecho obedecen principalmente a factores genéticos.

Se estima que más de 200 genes están involucrados en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, mientras que más de 1.500 genes lo estarían con el metabolismo de fármacos. De esta forma, dada la exclusividad genética de cada persona y la cantidad de combinaciones génicas posibles, sumado a otros factores -como la alimentación-, la búsqueda de fármacos ‘universales’ para el tratamiento de este tipo de demencia se ha demostrado ineficiente.

Por esta razón, “es necesario un cambio conceptual en los proyectos de desarrollo de medicamentos contra el Alzheimer. En primer lugar, habría que pasar de las líneas convencionales de investigación, dirigidas a tratar los síntomas a posteriori, hacia otras que se centren más en la medicina preventiva, o lo que se conoce normalmente como tratamientos presintomáticos. Pero todo esto hay que acompañarlo con políticas que ayuden a identificar a aquellas personas con riesgo de padecer Alzheimer, a través de biomarcadores específicos principalmente”, destaca el Dr. Cacabelos. La medicina personalizada, en este sentido, se antoja crucial para atajar la proliferación de esta enfermedad, que avanza tan rápido como aumenta la esperanza de vida de los países occidentales.

Durante los últimos diez años, alrededor de 1.000 compuestos diferentes han sido estudiados como potenciales remedios contra el Alzheimer, sin que la mayoría de ellos hayan pasado más allá de las fases de estudio. De hecho, en 15 años no se ha aprobado ni un solo medicamento contra esta demencia en todo el mundo. En estos momentos, existen 74 potenciales fármacos que se están ensayando en su fase clínica, es decir, con pacientes reales.

“Los tratamientos actuales no han sido diseñados para proteger a las neuronas sino para hacerlas trabajar más; y así ocurre que, incluso en los pacientes modestamente respondedores, la mejoría cognitiva se manifiesta durante el primer año de tratamiento y luego se desvanece. Con los medicamentos convencionales podría ocurrir que estuviésemos induciendo una fatiga prematura de las neuronas supervivientes, tras la cual se produciría una muerte acelerada de las neuronas previamente sobreestimuladas, lo que agravaría el problema principal del Alzheimer, que es precisamente la muerte neuronal”, explica el Dr. Cacabelos.

Según las últimas estadísticas, cerca de 70 millones de personas residentes en países desarrollados están en riesgo de padecer Alzheimer durante los próximos 25 años, de manera que lograr retrasar la aparición de esta enfermedad supondría reducir cerca de un 30% las tasas de prevalencia. El Alzheimer afecta a más de 40 millones de personas en todo el mundo y a más de medio millón sólo en España, siendo el quinto problema de salud por incidencia entre la población del mundo desarrollado. El coste de la demencia en la Unión Europea alcanza los 160.000 millones de euros, con un coste medio por paciente y año de 21.000 euros.

Se caracteriza por la atrofia progresiva del cerebro y la expresión de lesiones cerebrales representadas por las placas de proteína beta-amiloide, los ovillos neurofibrilares que representan daño en la estructura del cito esqueleto neuronal, y la muerte prematura de las neuronas, todo lo cual da lugar a los síntomas prevalentes de la enfermedad, caracterizada por el deterioro de la memoria, los trastornos de la conducta y el declive general del organismo y la psicomotricidad.

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