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El enemigo que corre por las venas

Cuando hablamos de cáncer en la sangre, la palabra que se nos viene a la cabeza es una: leucemia, pero lo cierto es que existen otros tipos. Síndromes mielodisplásicos, mieloma múltiple, linfoma y leucemia. Estas son las cuatro manifestaciones principales de cáncer que se dan en la sangre.

26/05/2016

En España aparecen cada año unos 5.000 nuevos casos de leucemia, unos 7.000 de linfoma y unos 2.000 de mieloma múltiple. La leucemia es el cáncer infantil más frecuente en nuestro país, y supone un 30% de los cánceres en edad pediátrica. Cada año en España se diagnostican alrededor de ...

En España aparecen cada año unos 5.000 nuevos casos de leucemia, unos 7.000 de linfoma y unos 2.000 de mieloma múltiple. La leucemia es el cáncer infantil más frecuente en nuestro país, y supone un 30% de los cánceres en edad pediátrica. Cada año en España se diagnostican alrededor de 1.200 cánceres en niños.

Por otro lado, en todo el mundo actualmente hay más de 27 millones de donantes de médula ósea y más de 680.000 unidades de sangre de cordón umbilical, de las cuales 200.000 donantes y 60.000 unidades de cordón son españolas. Hoy en día, los tratamientos para las enfermedades hematológicas son la quimioterapia, la radioterapia, las terapias biológicas y el trasplante de médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical.

Los síndromes mielodisplásicos no se refieren a una sola enfermedad, sino a un grupo de cánceres de la sangre. No son un tipo de cáncer al uso. Los cánceres sólidos, como el cáncer de pulmón, el cáncer de mama o el cáncer de próstata se caracterizan por tres propiedades básicas y principales: se expanden de una manera incontrolada, no respetan los límites de su propio órgano (por ende, pueden infiltrarse directamente en otros órganos) y pueden causar metástasis en órganos distantes muy alejados de la lesión primaria. Los síndromes mielodisplásicos no hacen esto: no es la expansión del “órgano” sangre lo que se teme, sino su fallo.

En segundo lugar, la sangre no se infiltra en otros órganos.  Y, por último, no causan metástasis. No se encuentran células de SMD en el hígado, el cerebro ni los pulmones, como podrían encontrarse en el cáncer metastásico. La producción de sangre en los SMD es anómala y, si no se corrige, puede provocar complicaciones graves, que quizá acaben causando el fallecimiento del paciente afectado. Por consiguiente, se dice que los síndromes mielodisplásicos constituyen una enfermedad “maligna” y, dado que todas las enfermedades malignas se resumen como cánceres, también se ha dado este apelativo a los SMD.

Los síndromes mielodisplásicos no son contagiosos y no pueden transmitirse a otras personas mediante ninguna forma de contacto. Por otro lado, tampoco se consideran una enfermedad hereditaria, no se transmite de padres a hijos.

Hay muchas causas conocidas y otras menos conocidas que pueden dañar el ADN de las células madre progenitoras de las células sanguíneas, entre ellas la radiación. Éste es el motivo por el que no se recomienda la exposición a la radioactividad o a los rayos X en exceso. Sin embargo, la propia Tierra produce radiación de la que nadie puede escapar y puede que esta radiación haya dañado el ADN de una persona afectada por SMD. Además, el benceno es un potente inductor de lesiones en el ADN. El benceno fue durante mucho tiempo una parte considerable del combustible de los motores de los coches y sigue estando presente en diminutas cantidades en el humo de los cigarrillos. La quimioterapia o la radioterapia administradas para un tumor maligno (previo) también pueden dañar el ADN de las células madre.

Aun cuando alguien no haya estado expuesto nunca a ninguna de estas toxinas, su ADN puede lesionarse. A lo largo de la vida de una célula, el ADN tiene que leerse y releerse por diferentes razones (por ejemplo, para producir proteínas esenciales para la vida). Pequeños errores en el remontaje del ADN pueden contribuir al desarrollo de los síndromes mielodisplásicos. Se desconoce el número de casos que se diagnostican cada año en España, pero la gran mayoría de los pacientes con SMD tienen una edad superior a los 70 años en el momento del  diagnóstico, siendo poco frecuentes en la población joven.

Además la incidencia aumenta con la edad. Por tanto la prevalencia de esta enfermedad en la última década ha aumentado puesto que la esperanza de vida de la población general es mayor. Además es ligeramente más frecuente en varones, y no hay diferencias en cuanto a la raza. Por otro lado, la posibilidad de que evolucione en leucemia es alta, y para el tratamiento está el trasplante, la única opción curativa y que se reserva sobre todo a jóvenes que puedan soportarlo. También existen dos   únicos fármacos aprobados y transfusiones de sangre. (…)

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