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Crece el número de pacientes con cardiopatía isquémica tratado óptimamente

La cardiopatía isquémica estable es la cardiopatía más prevalente en España, representando el 50% de los pacientes con cardiopatías atendidos en las consultas de cardiología.

16/02/2016

La cardiopatía isquémica (CI) estable es la enfermedad cardiovascular más prevalente en España, afectando al 50% de los pacientes con cardiopatías atendidos en las consultas externas de cardiología. Para estos pacientes, cuyo riesgo de nuevas complicaciones es alto, el tratamiento médico y el control de los factores de riesgo cardiovascular ...

La cardiopatía isquémica (CI) estable es la enfermedad cardiovascular más prevalente en España, afectando al 50% de los pacientes con cardiopatías atendidos en las consultas externas de cardiología. Para estos pacientes, cuyo riesgo de nuevas complicaciones es alto, el tratamiento médico y el control de los factores de riesgo cardiovascular son clave.

Por ello, un estudio que se publicará en el próximo número de Revista Española de Cardiología (REC), la revista científica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha comparado el tratamiento de la CI estable entre 2006 y 2014, mostrando una mejora clara del tratamiento médico y un aumento del número de pacientes que reciben el tratamiento médico óptimo, del 32’5% en 2006 al 49’5% en 2014.

Como consecuencia de la reducción de la mortalidad en fase aguda de la CI, es cada vez mayor el número de pacientes crónicos con antecedente de infarto agudo de miocardio o revascularización coronaria, por lo que existe, además, un aumento del número de pacientes con alto riesgo de volver a padecer un evento cardiovascular. Para estas personas, el seguimiento de la medicación, el abandono del tabaquismo y vigilar factores de riesgo como el colesterol elevado, la diabetes o la hipertensión permite mejorar la calidad de vida y reducir su riesgo cardiovascular.

El Dr. Alberto Cordero, miembro de la SEC y cardiólogo de la Unidad de Hemodinámica del Hospital de San Juan (Alicante), explica, “el objetivo de este trabajo ha sido observar cómo ha cambiado el perfil clínico de los enfermos, pero, sobre todo, queríamos conocer cómo hemos cambiado los cardiólogos a la hora de utilizar los fármacos, si usamos más, si los usamos mejor”. Mediante el tratamiento médico óptimo (el uso conjunto de antiagregantes, bloqueadores beta, estatinas y un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina o un antagonista del receptor de la angiotensina), se reducen las probabilidades de sufrir un nuevo episodio.

En efecto, la investigación ha resaltado que la prescripción del tratamiento médico óptimo ha aumentado un 52’3%, pasando del 32’5% al 49’5% de los pacientes. “Se ha incrementado su uso en todos los grupos de pacientes, pero especialmente en aquellos que estaban peor tratados. En los últimos años, las mujeres, los pacientes con fibrilación auricular y los pacientes con insuficiencia cardiaca son los que han conseguido una mayor mejora en el tratamiento”, añade el Dr. Cordero. “Son fármacos muy útiles y que, en la actualidad, son todos genéricos, por lo que las barreras económicas para su uso han desaparecido.”

El Dr. Alberto Cordero expone también que, “en lo que respecta a los principales factores de riesgo cardiovascular, los resultados son mixtos. Mientras que mejoró el control del colesterol, de la frecuencia cardiaca y de la glucemia elevada (tanto en pacientes diabéticos como no diabéticos), el manejo de la hipertensión se ha relajado en los últimos años, probablemente propiciado por los objetivos más laxos de las últimas guías del Eighth Joint National Committe. La obesidad sigue siendo también un asunto pendiente para los cardiólogos, del que no se han apreciado grandes variaciones.” En 2014, el 70’1% de los pacientes tenían un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 y el 42’7% sufría obesidad abdominal. En el caso del colesterol o dislipemia, aunque se trata del factor de riesgo con mayor aumento en su control, sigue siendo el menos controlado, a pesar del incremento en el uso de estatinas, que ya reciben más del 91% de los enfermos por cardiopatía isquémica crónica.

Pero sin duda, el factor de riesgo que más preocupa es el tabaquismo, pues se ha incrementado del 12% al 15% el número de pacientes que admitieron seguir fumando a pesar de tener cardiopatía isquémica crónica. “Los cardiólogos tenemos una actitud muy pasiva frente al tabaquismo, y no solo sigue habiendo un porcentaje muy alto de pacientes que tienen una cardiopatía isquémica y que fuman, sino que va a más. Es necesario aconsejar a los pacientes sobre las posibilidades y tratamientos para dejar de fumar”, opina el Dr. Alberto Cordero.

Por esta razón, la SEC recuerda que dejar de fumar reduce la tasa de reinfarto hasta un 50%, y son solo necesarios tres años sin fumar para que el exfumador tenga el mismo riesgo de infarto de miocardio o accidente cerebrovascular que alguien que no ha fumado nunca.

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