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Primer paso hacia un sistema de vehiculización farmacológica que funciona a contracorriente

Unas micropartículas utilizan la energía del entorno para propulsarse a contracorriente mediante métodos puramente físicos.

12/05/2015

Las microscópicas partículas han sido diseñadas por el equipo de Jérémie Palacci en la Universidad de California en San Diego y se basan en propiedades de sistemas vivos, tales como la capacidad de cambiar el comportamiento en función del entorno. La diferencia radica en que en estas micropartículas (MPs) la ...

Las microscópicas partículas han sido diseñadas por el equipo de Jérémie Palacci en la Universidad de California en San Diego y se basan en propiedades de sistemas vivos, tales como la capacidad de cambiar el comportamiento en función del entorno. La diferencia radica en que en estas micropartículas (MPs) la percepción del ambiente en el que se encuentran no requiere un sistema nervioso ni componentes biológicos. Se componen de un minúsculo cubo de hematita, un mineral de hierro y oxígeno, envuelta en un biopolímero del cual la hematita protruye. Bajo luz azul, la parte expuesta de la hematita conduce la electricidad y, en presencia de agua oxigenada, cataliza una reacción química que separa el oxígeno del hidrógeno.

Esta reacción crea un gradiente químico que pone en marcha un flujo osmótico. Como consecuencia, la MP viaja sobre ese flujo, en la misma dirección que la protrusión. En un baño estático, el movimiento de las MPs es similar al de las bacterias y espermatozoides. Sin embargo en un flujo creado mediante una pipeta, migran a contracorriente hasta un punto en el que la inercia de su movimiento es contrarrestada por la velocidad del flujo. Este mecanismo ya existe en la naturaleza, indica Palacci, refiriéndose al que utilizan algunos parásitos para colonizar la vejiga urinaria o el plancton marino en su migración diaria hacia la luz solar.

El trabajo constituye el primer paso hacia la consecución de microsistemas biomiméticos con la capacidad de detectar y responder a cambios medioambientales. Los investigadores creen que podrían servir para crear partículas inteligentes direccionables, capaces de viajar en dirección opuesta a la del flujo sanguíneo y reparar vasos obturados. 

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