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Prolongar el periodo de lactancia ayuda a la maduración de áreas relacionadas con la inteligencia

Centenares de pediatras de Atención Primaria de toda la geografía española se reúnen en Madrid en el 11º Curso de Actualización de Pediatría de Atención Primaria.

11/02/2014

Más de 700 pediatras de Atención Primaria se han reunido estos días en Madrid en el marco del 11º Curso de Actualización en Pediatría, organizado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). En este contexto, los expertos actualizaron información sobre cómo mejorar el vínculo con la lactancia ...

Más de 700 pediatras de Atención Primaria se han reunido estos días en Madrid en el marco del 11º Curso de Actualización en Pediatría, organizado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). En este contexto, los expertos actualizaron información sobre cómo mejorar el vínculo con la lactancia materna o artificial.

La OMS recomienda que la leche materna sea el alimento exclusivo desde el nacimiento hasta los seis meses de vida y que, si la madre y el niño así lo desean, se mantenga hasta los dos años de edad o más, complementada por otros alimentos. Diferentes estudios realizados con técnicas de neuroimagen han demostrado que la lactancia materna prolongada favorece la maduración de áreas relacionadas con la inteligencia. De esta manera, se ha demostrado que la oxitocina juega un papel fundamental en el periodo de lactancia entre madre e hijo. Del mismo modo, favorece el contacto íntimo entre madre e hijo tras el nacimiento, se produce una elevación de los niveles de oxitocina en el cerebro del bebé que, a su vez, implican una serie de cambios neuroanatómicos que perduran con el tiempo y permiten que, llegada la edad adulta, ejerza una actitud de apego mayor para con sus descendientes.

La lactancia prolongada facilita una mejor comprensión del lenguaje y visión espacial. En este sentido, los niños alimentados con leche materna durante más tiempo presentan mayor facilidad en funciones ejecutivas, planificación, inteligencia social y emocional y con el lenguaje e incrementa su interés por las relaciones sociales. Por otra parte, la genética puede multiplicar por 20 el riesgo de heredar un trastorno de alimentación. Además, 1 de cada 250 adolescentes pueden padecer algún tipo de trastorno alimentario. La anorexia es más frecuente entre los 15 y los 18 años y la bulimia suele ser darse a partir de los 16. 

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